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'En siete años, el desarrollo del puerto será como Barcelona': David Luna
David Luna, comisionado del Gobierno para Buenaventura.
Foto: Diego Santacruz / EL TIEMPO
Especial
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El alto consejero para las Regiones y comisionado para Buenaventura, dice que la fórmula para sacar de la crisis al puerto no es la militarización sino la inversión sostenida.
David Luna, alto consejero para las Regiones y comisionado para Buenaventura, reconoce que tanto el Gobierno como el país en general le dieron la espalda a la ciudad. Dice que la fórmula para sacar de la crisis al puerto no es la militarización sino la inversión sostenida para que, en siete años, el desarrollo de Buenaventura sea como el de Barcelona (España).
¿Qué están haciendo para combatir la pobreza?
El problema de Buenaventura no es sólo del Gobierno, es de todos. Tenemos un rezago porque Buenaventura sigue estando construida de espaldas al mar. Para cambiarla está el Master Plan de Buenaventura que se entregó a finales de junio y que va a permitir desarrollar esa zona urbanísticamente.
Una de las medidas es construir un malecón. El plan también indaga en dónde puede ser competitiva Buenaventura. Por ejemplo, si por ese puerto entran todas las partes de vehículos ¿por qué no tenemos una ensambladora que genere empleo? Por eso, el Presidente Santos creó la Agencia para Buenaventura que va acompañada de un crédito de 400 ó 500 millones de dólares. También iniciamos unas mesas de trabajo con inversiones de 150.000 millones de pesos. Esa cifra nunca se había visto en la historia del puerto.
¿Cómo qué ciudad se proyecta a Buenaventura?
Yo creo que Buenaventura va a ser una ciudad muy parecida, con un progreso similar, pero sobre todo, con una riqueza incalculable y bien invertida, como Barcelona. Esto será por ahí en unos siete u 8 años. En ese momento ya no vamos a tener que rogarles a las aerolíneas que vayan a Buenaventura, sino a pedirles que ya no vayan tanto.
¿Qué se planea en seguridad?
La estrategia del Ministerio de Defensa apunta a desarticular a la 'Empresa' y los 'Urabeños', que siguen delinquiendo porque el negocio del narcotráfico es muy rentable y siguen utilizando al puerto como punto de entrada o de salida.
¿Y la guerrilla?
En Buenaventura son el mismo nido de hampones todos, tanto la guerrilla, como las bandas criminales, como el narcotráfico, lo único que buscan es sobrevivir en el negocio de las drogas.
¿Cómo garantizar que la inversión se ejecute?
Los recursos mencionados van a ser ejecutados directamente por la Nación.
¿Qué lo hace pensar que esta vez el plan va a funcionar?
Son inversiones inmediatas, son órdenes del presidente Santos. Acá no hay revés, y acá la inversión se hace con o sin las autoridades locales.
¿El Gobierno tardó en mirar de nuevo a Buenaventura?
Desde el punto de vista de planeación y de inversión, no porque desde tiempo atrás el Presidente había anunciado las inversiones que iban a acompañar los estudios. Pero, por otro lado, sí lamentablemente hubo una explosión desde el punto de vista de delincuencia que concluye el mal asociado, y ahí pudo haber actuaciones tardías para proteger a los ciudadanos de Buenaventura.
¿Cómo fortalecer la justicia?
Buenaventura en este momento tiene un sobrecupo de 400 presos en su cárcel, pero no tiene juez de ejecución de penas, ni fiscales especializados, y es ahí donde la delincuencia pulula.
¿Cómo ve lo de las denominadas casas de pique?
Fue un titular desafortunado, porque si bien es cierto que se han dado desmembramientos, no es cierto que exista un sitio en particular en el que se realicen.
¿Qué tiempo calculan para ver un verdadero cambio?
Gran parte de la ejecución inmediata tiene que darse entre hoy y los próximos tres meses. El cambio estructural comenzará a finales del año. Por Buenaventura entran y salen casi 5 billones de pesos al año. Yo creo que este es un puerto que en menos de cinco o siete años va a tener unas condiciones de vida más favorables.
ElCIBERECO . Buenaventura Col.
02 de Abril del 2014
En el puerto con el 60% del comercio marítimo del país, el 66% de la población vive en la pobreza. El contraste hace florecer la narcoviolencia. Sin embargo, los bonaverense no pierden la esperanza.
Viaje al fondo de Buenaventura
Por: MARTHA MORALES MANCHEGO | 8:17 p.m.
A la Sociedad Portuaria de Buenaventura llegan unos 1200 buques al año.
Foto: AFP
EL TIEMPO presenta una radiografía de la cruda situación del principal puerto de Colombia, en medio una guerra de bandas y una desbordada crisis social. Pese al dinero que se mueve, 66 % de sus habitantes viven en pobreza.
El contraste habita en Buenaventura. Por su puerto en el Pacífico, el más importante de Colombia, se movieron el año pasado 31 billones de pesos entre importaciones y exportaciones (el 60 por ciento del tráfico marítimo del país), pero el 66,5 por ciento de sus 377.105 habitantes vive en la pobreza, según la medición multidimensional del Dane.
Esto no es un secreto ni para el país ni para el mundo. Ya el alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Todd Howland, tras una visita en noviembre, dijo: “Buenaventura es una vergüenza para un país que, como Colombia, tiene dinero”.
Claudia López, senadora electa en marzo, realizó una evaluación para Naciones Unidas sobre el puerto, en la que concluye que “el problema es que todo lo que se hace allí es en función del puerto, no de la gente”.
Y para las autoridades locales, mientras 1.200 buques cargueros llegan y salen al año con mercancías por sus aguas, es poco lo que le queda al municipio, que tiene la categoría de ser un Distrito Portuario.
Édison Mosquera, secretario de Hacienda local, argumenta que el puerto es un servicio público, pero está concesionado desde hace 20 años a la Sociedad Portuaria de Buenaventura (SPB), que recauda por fondeo, cargue y descargue.
Domingo Chinea, gerente de la SPB, explica que Buenaventura tiene cuatro concesiones y es la que más le aporta recursos al país, pero la mayoría de estos van al nivel nacional por ser zona aduanera.
“En 2012 se generaron 4,2 billones de pesos por impuestos aduaneros; es la SPB que más predial paga: 36.000 millones, y la contraprestación al Estado por la concesión es entre 14 y 15 millones de dólares ($ 30.000 millones)”, explica Chinea.
Así, la principal fuente de financiación del municipio termina siendo la Nación, por medio de regalías y por transferencias que, según Mosquera, “son bajas frente a lo que el puerto le aporta a la economía”, pues aunque el distrito también es un nicho pesquero, maderero, y tiene oro, plata y platino, el ingreso propio, en especial por impuestos, no sobrepasa los 100.000 millones.
Qué se hace la plata
Pese a las quejas de las autoridades locales, el municipio manejó el año pasado un presupuesto de 344,5 mil millones de pesos, un 25 por ciento más que el presupuesto de una capital como Armenia, que manejó 259.874 millones de pesos en el 2013 y tiene 321.378 habitantes.
Con esos recursos, Buenaventura tiene que atender a una población casi toda amontonada en la zona urbana (90,4 %), porque el campo se fue quedando solo, tanto por la violencia como por la falta de oportunidades.
Pero pese a que las transferencias nacionales tienen destinación específica, una parte debe ir al componente de cobertura agua y saneamiento básico. Sin embargo, según estadísticas de la Cámara de Comercio de Buenaventura (CCB), el 35 por ciento de la población tiene sus necesidades básicas insatisfechas, es decir, no cuentan ni con agua; todavía usan letrinas, y la mayoría vive en zonas de bajamar, en casas de tablas sobre pilotes.
El ingreso por habitante, según la CCB, es de 440 dólares anuales, es decir, 73.000 pesos al mes, mientras que en el país, el ingreso es de 8.000 dólares ($ 1’300.000 al mes). “Eso que hay un problema estadístico con la población; los cálculos son aproximados, los datos pueden ser más altos”, dice Alexánder Micolta, presidente de la CCB.
El otro gran problema del puerto es el desempleo, que según la CCB ronda el 49 por ciento, aunque el gasto del sector público en funcionamiento se va principalmente en personal: 39.800 millones de pesos, y hay 1.447 empresas registradas que ‘enganchan’ a 2.779 personas.
En medio de múltiples acciones anunciadas para sacar adelante el puerto, el Ministerio del Trabajo lanzó el Plan Local de Empleo, que destacó su alto potencial pesquero, el cual se estima en 450.000 toneladas al año, de las que solo se aprovecha cerca de la cuarta parte, por lo que se considera que con impulsar este sector se generarían alrededor de 3.000 empleos.
Ni agua ni doble calzada
Según un diagnóstico de la agenda de competitividad de Buenaventura, realizado por la Universidad del Valle, la ciudad tiene uno de los niveles más bajos de penetración en servicios públicos en el país, y en materia de acueducto el servicio solo se presta, en promedio, 4 horas al día, lo que “pone en evidencia la necesidad de modernizar la infraestructura actual por medio de la expansión y reposición de redes de acueducto, alcantarillado, plantas de tratamiento de aguas residuales y plantas de gestión de residuos sólidos”.
En cuanto a las vías, si bien hay avances en el desarrollo de la doble calzada Bugá–Buenaventura, el ritmo de las obras no concuerda con la urgencia de volver más competitivo el puerto. Las obras, iniciadas en marzo del 2008, contemplan la intervención de siete tramos a lo largo de 118,4 kilómetros.
Los 96 kilómetros que ya fueron contratados representan una inversión de 1,8 billones de pesos a la fecha, pero todavía están pendientes de contratar 22,4 kilómetros, para los que aún no hay presupuesto asignado.
Un puerto rezagado en América Latina
El Centro de Pensamiento en Estrategias Competitivas de la Universidad del Rosario (Cepec), que adelanta un trabajo sobre Buenaventura para la CAF (Banco de Desarrollo de América Latina) y la Alta Consejería de la Presidencia para la Competitividad, señala que a diferencia de otras ciudades con puertos en el Pacífico, en Buenaventura, de la riqueza que producen las exportaciones y las importaciones es muy poco lo que se queda.
El director del Cepec, Saúl Pineda, asegura que mientras el comercio exterior que pasa por Buenaventura es nueve veces el valor de lo que genera la economía de la ciudad (PIB), en puertos como el del Callao (Lima, Perú) su valor es la mitad de la riqueza generada por el área metropolitana.
Con cerca de 380.000 habitantes, el ingreso por habitante de Buenaventura, estimado en 440 dólares anuales por la Cámara de Comercio, contrasta con el de ciudades sobre el Pacífico con más de un millón de habitantes. En el 2013, por ejemplo, en Panamá, donde está el puerto de Colón, con influencia sobre el de Balboa (en el Pacífico), el ingreso per cápita anual fue de 14.264 dólares; en Lima (Perú) llegó a 13.344 dólares y en Guayaquil (Ecuador) su monto fue de 5.186 dólares. Y en Valparaíso (Chile), también portuaria, el ingreso por habitante fue de 12.894 dólares al año.
Martha Morales Manchego
Una noche entre las 99 casas de un infierno llamado San José
Así lucía una de las calles de San José, al que también llaman Sanyú, el jueves de la semana pasada, cuando empezaba la noche.
Foto: Archivo particular
Un reportero de EL TIEMPO cuenta desde las entrañas del puerto el drama que viven los vecinos de los barrios de bajamar.
“Esto es como dicen en las novelas, un pueblo chiquito, un barrio chiquito, pero un infierno grande. Así estamos viviendo aquí: en el infierno”, dice Ángela García, una mujer morena, robusta, de 27 años, cuando caminamos por un sendero arenoso del barrio San José en Buenaventura.
Apenas empieza la noche del jueves. Luce nublada y rojiza. Parece que va a llover y Ángela lleva de la mano a sus dos hijos, de 7 y 2 años. Acaba de salir de la peluquería donde trabaja: el ‘Salón de peinados afro’. Quiere llegar a casa rápido y encerrarse, ponerse a salvo. Al barrio lo azotan balaceras entre las bandas de ‘los Urabeños’ y ‘la Empresa’.
Ambos grupos se pelean a muerte el control territorial de San José y de decenas de barrios en Buenaventura, para dominar las extorsiones a los comerciantes y la venta de drogas. Este año van 59 muertes violentas en el Puerto, la mayoría por los enfrentamientos entre las bandas.
San José es territorio de ‘la Empresa’. Un puñado de los bandoleros escucha salsa en una esquina. Su equipo de sonido es el único que está encendido. Los policías y soldados que se tomaron el puerto en las últimas semanas ya hicieron el último patrullaje.
El barrio costero luce desolado. No está muy lejos del centro. Aunque es vecino de una de las vías más importantes del distrito, la calle primera, para llegar hay que bajar 84 escalones por un barranco que pocos se atreven a descender. San José es arena y 99 casas de tablas apoyadas en palotes de madera a dos y tres metros de la tierra, levantadas así para evitar ser arrasadas cuando sube la marea.
Los vecinos se sienten secuestrados. ‘La Empresa’ decidió que después de 7 p.m. es mejor que estén en casa, y que lo habitantes de la calle no bajen al barrio ni suban a la calle primera después de las 9 p. m. La mayoría de la gente prefiere no recibir visitas de amigos de otros barrios, por temor a que la tomen contra ellos si vienen de un sector dominado por ‘Urabeños’.
Hay casas abandonadas, que dejaron quienes le huyen a las balaceras. Una es señalada por nativos de haber sido utilizada por la banda local para asesinar y descuartizar.
“Lo más duro que he vivido aquí ha sido escuchar esas quejas por la madrugada, esos gritos de un hombre –desde la casa abandonada–, y no poder hacer nada. Uno se queda en la casa pidiéndole a Dios que para acá no vayan a coger”, aseguró un poblador, que prefirió no revelar su nombre. Otro hecho que los estremeció recientemente, fue que a principios de marzo encontraron la cabeza de un hombre debajo de una casa. Al parecer era un mensaje intimidatorio de una banda de otro sector para La Empresa.
Noches de encierro
Ángela camina por un sendero de tablas elevado unos dos metros sobre la arena. Antes de que empezara la guerra entre ‘empresarios’ y ‘urabeños’ solo le preocupaba que ninguno de sus dos hijos terminara cayendo al fango que hay debajo de las viviendas. Ahora eleva oraciones para que las balas perdidas no los alcancen.
Son las 9 p.m. No corre riesgos. Entra a la casa y lanza la oración de todos los días: “San Alejo, aléjalos. No los dejes llegar aquí” y cierra la puerta. Sus dos hijos se pelean por tomar el control del televisor. La vivienda es pequeña, tiene un solo cuarto.
Hay una mesa de plástico pequeña en una esquina y tres sillas al frente del televisor. En la cocina, pegada a la sala, hay decenas de pimpinas llenas de agua. En el barrio no hay acueducto ni alcantarillado, y por las rendijas que hay entre tabla y tabla se alcanza a ver un lodazal abajo, que se ha convertido en una letrina y un basurero que apenas limpian las olas cuando sube la marea.
La brisa fría arrecia. Un leve sereno cae sobre el barrio.
La mujer cierra una segunda puerta que dirigía a un cuartito sin techo en el que lava la ropa y desde el que se alcanzan a ver los enormes buques que se acercan al puerto. Ángela se sienta en la mesa, mira a sus niños y cuenta que la comunidad es tan unida que se suele llamar como compadres y comadres no solo a los buenos amigos que bautizaron a sus hijos, sino a los que les cortaron por primera vez las uñas y el cabello.
El miedo los ha llevado a encerrarse temprano, pero solían quedarse –recuerda la mujer con una sonrisa–, desde la tarde hasta la medianoche jugando cartas, bingo y bebiendo biche y arrechón, tragos artesanales de la región. Ahora son las 10 p.m. y apenas se escucha el ruido que hacen los grillos. Todos están en casa. Afuera está oscuro. El bailadero Yenyeré, a pocos pasos de la vivienda de Ángela, fue abandonado y se cae a pedazos.
Por el barrio solo merodean los miembros de ‘la Empresa’. La noche es en San José más que en ninguna otra parte sinónimo de peligro. En una madrugada a inicios de noviembre del 2013 un puñado de pistoleros, al parecer miembros de ‘los Urabeños’, atacó el barrio y hubo dos muertos.
“Esa vez yo salté de la cama gritando: ‘¡Dios mío, que no me vaya a caer un tiro!’ ”, recuerda Ángela.Los pistoleros suelen cubrirse de la lluvia debajo de las casas y rondar solitarios por el barrio hasta el amanecer.
Cualquier movimiento debajo de las casas, por estar enterradas en el barro, hace que se tambaleen con facilidad y hay quienes no logran conciliar el sueño por temor de que un bandido esté escondido debajo de su casa. Se sabe que los ‘empresarios’ entierran en el lodo sus armas, que van desde pequeños revólveres hasta fusiles AK 47, para ocultarlos de la policía.
Un ventarrón estremeció la vivienda.
La lluvia empezó a caer con fuerza. Son las 11 p. m. “Tranquilo, periodista, que esto no se va a caer”, dice Ángela, antes de irse a la cama. Las casas que rodean su vivienda sí están cerca de irse al piso. Están abandonadas desde enero, cuando 99 familias se desplazaron del barrio por algunos días. Algunos nunca volvieron, entre esos Darío el pescador, Lucy Torres, la vendedora de fritos, y Lorena Bonilla, “la de los jugos”.
A esas casas les hacen falta los techos y algunas tablas. Los vecinos de San José decidieron desmantelar los ranchos de quienes se fueron desplazados para evitar que los bandoleros de ‘la Empresa’ las utilicen en sus crímenes.
Las bandas, tras desmembrar a sus víctimas, suelen lanzar los cuerpos en bolsas al mar, para que se piense que el crimen fue cometido en otra parte y las olas trajeron los restos hasta las playas. Cuando no, también se dice que debajo de las llamadas ‘casas de pique’ han enterrado cadáveres.
A las 4 a. m., la lluvia se detiene y seis disparos despiertan a Ángela, y a todos en el barrio. Pero nadie sale. La mujer dejó su cuarto casi gateando. “Nos quedamos aquí cuando pasa. Nadie puede salir. Mañana veremos qué fue”, asegura susurrando. Luego vuelve a la cama a confirmar que sus niños sigan dormidos; y sí, nada los perturba. Regresa a la sala, se sienta en los tablones del piso y le pide a Dios que no haya muertos. No hay más disparos.
Una llovizna leve regresa. Ángela se levanta, dice que ya no puede dormir más, y empieza a preparar el desayuno para ella y sus pequeños: café y pan. “Si así es ahora, ¿qué pasará cuando se vayan los militares?”, se pregunta la mujer, mientras toma un sorbo de café. A las 7 a. m. algunos curiosos salen a confirmar, aliviados, que no hubo muertos. Los militares de la carrera primera patrullan por el barrio. Algunos vecinos se quejan de que los uniformados bajen a patrullar varias veces al día, pero no se queden todo el tiempo, sobre todo en las noches.
Oculto detrás de una vivienda un miembro de ‘la Empresa’, quien hizo los disparos, cuenta que vigilaba el sector en la madrugada cuando vio a dos miembros de ‘los Urabeños’ tratando de ingresar al barrio y les disparó hasta que desaparecieron entre la maleza.
Es moreno y carga un revólver calibre 38. “Se metieron los del barrio Muro Yustin, pero los sacamos a plomo”, le reporta a su jefe desde un chat por BlackBerry. Luce afanado.
“Qué va a pasar cuando se vayan los militares, periodista, si quiere yo le respondo: ‘habrá es bala corrida con ellos, ‘los Urabeños’, y ellos con nosotros, los ‘empresarios’. Plomo pa’ allá y pa’ acá. Hasta que no quede un solo grupo nos vamos a seguir matando”, dice, y desaparece en un callejón de casas abandonadas. Sigue lloviendo.
Alberto Mario Suárez D.
Enviado especial de EL TIEMPO
Enviado especial de EL TIEMPO
El poder, entre las bandas y la corrupción
La falta de agua potable es uno de los dolores de cabeza para no pocos habitantes del Distrito de Buenaventura.
Seis alcaldes populares han tenido líos y los dos últimos no terminaron mandatos. El actual se defiende de acusaciones. 'Bacrim' rondan el poder.
Mirando entre las aberturas de ranchos de tablas, decenas de muchachos de Buenaventura no anhelan, como antes, irse de polizones en un buque a Estados Unidos. Ahora quieren seguir a quienes portan pistolas, hacen ‘cruces’ o tienen fama de descuartizar.
De 100 que entran a las escuelas, por mucho 20 terminan bachillerato. En esa lista hay que poner a los que mueren o desaparecen. También, a los estudiantes ‘fantasmas’. Según el Ministerio de Educación, así se enredó parte de 59.000 millones de pesos para 37.000 escolares.
El cuadro refleja esta ciudad donde entran y salen las tractomulas del puerto y circulan algunos autos lujosos, pagados con el dinero de cocaína o la minería ilegal, pero donde abunda el desempleo, el agua escasea no obstante inversiones de 104.000 millones de pesos y en el que el hospital departamental fue sometido en 2013 a la ‘autopsia’ de una liquidación.
Los niños solo tienen a mano ‘peladeros’ para jugar y no hay derecho a nadar, tan cerca del mar. Las dos piscinas del polideportivo de El Cristal, cuya construcción cruzó a varios alcaldes, están fuera de servicio. Y el Acuaparque está enmalezado. Una biblioteca con aporte japonés espera contrapartida local para abrir puertas.
“Hablar de política aquí es meter la mano en un cangrejero”, dice un dirigente cívico del puerto, que cuenta con un presupuesto anual de 400.000 millones de pesos y en donde seis de sus alcaldes han salido por escándalos. Uno de ellos se exilió por amenazas y otro fue asesinado tras dejar el cargo.
Los últimos dos mandatarios, Saulo Quiñones y José Félix Ocoró, no terminaron sus periodos. El primero fue detenido en julio del 2007 por presunto peculado en favor de terceros en la adjudicación de 11 contratos por 458 millones de pesos para reparaciones de colegios.
A Ocoró, detenido en sus dos gobiernos pero sin sanciones, en 2011 lo detuvieron por una investigación por supuestas irregularidades en contratos. Es del PIN, y muy cercano al exsenador Juan Carlos Martínez, condenado por ‘parapolítica’.
A la pugna por intereses políticos se le suma la sombra de los grupos armados. El dominio que tuvieron las Farc lo fueron tomando las bandas formadas por paramilitares que aparecieron desde el 2000, cuando invitaron a 12 muchachos a jugar fútbol y los asesinaron por ser supuestos guerrilleros. Estas organizaciones aún ordenan por quien votar.
Por estos días, un panfleto de ‘la Empresa’ que relaciona al alcalde Bartolo Valencia con otra banda criminal agita la tormenta política. “Yo no tengo patrón. Si así fuera, no me acusarían de infamias”, dice.
Valencia, quien se declara orgulloso de haber salido de Viento Libre, un barrio en baja mar, y graduarse como abogado, llegó con 43.213 votos a la alcaldía en el 2011 y le quitó el poder a Martínez.
Tras el crimen del concejal Stalin Ortiz, en el 2013 en Cali, los allegados pusieron en duda al Alcalde por presunto desvío de recursos y tráfico de influencias en el hospital Ablanque de la Plata. Valencia responde que eso es “otra infamia”.
“No hay duda de que al Distrito lo ha frenado la corrupción”, asegura el concejal Jahír Hurtado (Aico).
El alcalde espera que con unos 880.000 millones en proyectos como el malecón, más cupos para el Sena y la revisión al contrato del operador del Acueducto, haya cambios profundos.
Los porteños aún recuerdan los anuncios de los presidentes de turno. El empresario José Pablo Castillo, presidente de la Fundación del proyecto Malecón, dice que desde Alberto Lleras se han prometido cosas parecidas a las de hoy: “Se nos estigmatiza y no se reconoce a los bonaverenses para dirigir. Y aquí hay gente seria”.
Manuel Bedoya, de la Asociación de Pescadores Artesanales, critica la desatención del Gobierno y afirma: “La fama de la politiquería ha sido bien ganada y el ‘pato’ lo pagan los pobres, a quienes nos toca ver el mar manchado de sangre”.
REDACCIÓN BUENAVENTURA
Voces de esperanza en el puerto
'El tren' Valencia es recordado como un ídolo en Santa Fe.
Foto: Archivo EL TIEMPO
'El tren' Valencia es recordado como un ídolo en Santa Fe.
Foto: Archivo EL TIEMPO Un exfutbolista, un bailarín de ballet, un diseñador y un músico, hijos del puerto y que triunfan no solo en Colombia sino en el exterior, se unen al clamor de los habitantes del puerto de que las cosas deben cambiar.
‘El arte puede revolucionar’: Fernando Montaño
El bailarín de ballet Fernando Montaño recuerda con alegría sus primeros pasos en un patio del Camilo Torres, un barrio pobre en Buenaventura. Empezando la década de los 90 observó un comercial en televisión que le cambió la vida, era el de una escuela de ballet.
Su sueño, ser un gran bailarín, hizo que sus padres empeñaran hasta lo que no tenían para verlo triunfar. Después de pasar años difíciles, en el 2005 llegó a Londres para bailar con The Royal Ballet, la compañía de la realeza.
El moreno alto y musculoso que nació en una cuna pobre del puerto empezaba a triunfar. De Buenaventura se llevó la alegría, la sencillez y la humildad, jugar en esa ciudad le enseñó a sentirse libre.
El año pasado volvió a la ciudad donde creció, dice que la vio pequeña y quedó convencido del talento que hay en el puerto, por este motivo pone su granito de arena a través de ideas que ya trabaja con una financiera.
Fernando propone una revolución desde el arte, pues es una opción que les daría a los bonaverenses otras perspectivas para la vida, sueños como el que un día tuvo él viendo televisión.
“El arte puede revolucionar aBuenaventura, hay mucho talento pero si no hay donde desarrollarlos se pierden y los jóvenes terminan haciendo cosas improductivas”, explica el hombre que no flaquea en sus aspiraciones de ayuda en el puerto.
La falta de escenarios artísticos es un impedimento para que los niños puedan conocer qué es un espectáculo sinfónico, de ópera o ballet, no hay cómo mostrarles estos grandes actos, indica Montaño, quien añade que las futuras generaciones de Buenaventura deben tener imágenes para seguir.
Así, para Fernando, la construcción de una sede artística en donde los jóvenes desarrollen capacidades para la danza, la música y las artes visuales puede mejorar las condiciones de la población bonaverense. Recalca que aprender cosas distintas les cambiaría la vida a los niños. El bailarín está ilusionado con ver a las futuras generaciones triunfando por el mundo.
‘Hay que restaurar la esperanza de la gente’: Edwing D’Angelo
El reconocido diseñador Edwing D’Angelo pasó una parte de su infancia enBuenaventura jugando con sus dos hermanos menores en los barrios La Independencia y El Carmen. En 1983 su madre viajó a Estados Unidos para buscar un mejor futuro, el desconsuelo que tenía en esa época solo fue calmado con la máquina de coser de su tía. Las telas comenzaron a ser su fascinación.
En su infancia tejió hasta sus propios muñecos, y en 1988, cuando tenía 13 años, D’Angelo abandonó su ciudad para viajar a Nueva York a reencontrarse con su madre.
Hoy recuerda que al crecer en el puerto aprendió a soñar, a tener una imaginación sin límites, y que todas las historias, la música, el baile y la alegría bonaverense lo han inspirado para sus creaciones. Incluso se podría decir que Michelle Obama, Sean Paul y Kanye West ‘vistieron porBuenaventura’. Todas sus prendas tienen el sello de la ciudad.
Desde Nueva York no deja de pensar enBuenaventura. Mientras imagina los diseños de su nueva colección lee en Color de Colombia, una página de Facebook, las novedades del pueblo, cada vez que hay noticias violentas siente impotencia, desolación y una angustia que le impide seguir creando.
A pesar de esto, el diseñador está enamorado de la ciudad en donde nació. “Yo le hablaba con mucho romanticismo a alguien de Buenaventura, esta persona me contestó que yo he vivido de turista allí. Eso me quedó grabado en la mente, pienso que a los bonaverenses se les tiene que restaurar la esperanza”.
Siendo un referente de la moda en Estados Unidos, el diseñador dice que “un pueblo sin esperanzas no tiene futuro”, y piensa que el puerto puede mejorar generando empleo y capacitando a jóvenes para que alcancen un sustento decente para ellos y sus familias. D’Angelo explica que la falta de oportunidades es el flagelo que lleva al ser humano a buscar ganancias ilícitas para poder sobrevivir. “No se le puede pedir a un joven que sea bueno con el estómago vacío”, indica.
Sueña en ver a Buenaventura como la ciudad del futuro. Propone mejorar la infraestructura para que el puerto se convierta en un gran centro turístico, para él así se generarían empleos.
Edwing cree que se debe construir un museo que haga sentir a los bonaverenses orgullosos de lo que son. Según él, por medio del arte se cambiaría la cultura de violencia de su amado puerto.
'Hay que generar más empleo': El 'Tren' Valencia
En la empolvada cancha del barrio El Pinar, enBuenaventura, desde los diez años Adolfo Valencia despertaba la atención de los bonaverenses, cuando en ese terreno lleno de lodo hacía los goles que quería.
Valencia, hijo de un jefe maderero, se convertiría en estrella de Santa Fe, goleador del Bayern Munich alemán y en uno de los titanes históricos de la selección Colombia.
'El Tren', quien vive en Cali pero conserva familia en el puerto, se preocupa por el bienestar de la comunidad de Buenaventura, y sigue la oleada violencia que la azota.
"Esas noticias me dan tristeza, es una situación difícil. Hasta que no se generen empleos el conflicto continuará", exclama con nostalgia 'El Tren', quien asegura que en sus años en el puerto no vio hechos tan lamentables.
Valencia siempre que puede visita a sus familiares en una casa de tres plantas, en El Pinar, la misma que era de un piso y que él, tras alcanzar la gloria, transformó para el bienestar de los suyos.
Todavía es un héroe para los bonaverenses y piensa que promover el deporte es la alternativa para mitigar el conflicto. "A través del deporte, los jóvenes pueden alejarse de la violencia", explica Valencia, quien está convencido de que con la construcción de escenarios deportivos muchos niños pueden dar un salto para conocer cosas que no han visto.
El exfutbolista, de 46 años, está orgulloso por ser de Buenaventura, pues la situación lo hizo esforzarse para buscar mejores aspiraciones. Señala que el desempleo perjudica a la ciudad, "lo que sucede es que no hay trabajo, los muchachos al verse desesperados cometen errores, eso es lo que pasa".
‘La guerra que hay no es de nosotros’: YuriBuenaventura
Es tan grande el amor que tiene Yuri Bedoya por su natal Buenaventura que decidió adoptar el nombre de su ciudad. El cantante de salsa, de 47 años, es un éxito en Francia y está convencido que su triunfo internacional se lo debe a sus raíces culturales.
Vivió 18 años en Buenaventura, en el barrio Viento Libre, y le desafía la infancia que tuvo en el Pacífico a cualquier niño del mundo, "los juguetes eran animales, culebras, iguanas, ranas, … no de plástico o metal", dice Yuri.
Con esperanza y algo de nostalgia explica que la violencia en Buenaventura no es de su gente, "esa guerra no es de nosotros, la están sembrando". Suplica a los violentos que, para el llegaron desde otras regiones que no siembren más veneno y recalca que "Buenaventura es una ciudad, un pueblo, un pensamiento".
Dice que su gente está abandonada y exige políticas sociales. Le apunta a la educación para que su pueblo pueda salir de la violencia, mientras no para de cantar, "el Pacifico está de pie, lleno de vida, lleno de esperanza".
Cristian Ávila Jiménez
Redactor de Nación
En el puerto un sicario vale 350 mil pesos al mes
La pobreza y el desempleo, según autoridades, hacen que los jóvenes sean seducidos por las bandas.
Foto: Santiago Saldarriaga / EL TIEMPO Las Farc fueron los primeros en reclutar. Indagan si políticos patrocinan bandas.
Muchachos en pantalonetas y camisetas, armados con Mini-uzi, fusiles AK 47, pistolas 9 milímetros y hasta granadas de mano, son parte del paisaje de parte de los barrios pobres de Buenaventura desde hace 19 años.En ese entonces, los jefes de los frentes 30 de la Farc y del Liberado García, empezaron a recorrer sus comunas reclutando hombres para nutrir sus milicias urbanas. Durante siete años (1995-2002) fueron ellos los que reinaron en la ciudad, inaugurando el negocio de la extorsión, apropiándose de rutas del narcotráfico y convirtiendo a los jóvenes del puerto en cantera de guerrilleros. (Lea también: La historia de un miembro de 'la Empresa')
Pero el mando cambio. A principios del 2002, el Bloque Calima de las Autodefensas llegó al puerto e instaló su centro de finanzas, acaparando el negocio del narcotráfico. ‘Chilapo’, ‘el Cura’ y un exmilitar conocido como ‘Sergio’, se convirtieron en los amos y sembraron el terror con cerca de 150 hombres que recorrían las comunas día y noche.
En la Fiscalía está documentado cómo los ‘paras’ empezaron a llevar a los muchachos del puerto a una escuelas de sicarios en San Miguel, una vereda del municipio Buenos Aires (Cauca). Además del manejo de armas y a desmembrar cuerpos, fueron entrenados para saquear los poliductos de Ecopetrol ubicados en la vía Cartago-Yumbo y Yumbo-Buenaventura.
Del cartel a los ‘paras’
Antes de ser extraditado, el paramilitar Éver Veloza, alias ‘HH’, les aseguró a las autoridades que el oficial de la Policía Danilo González –ficha de la mafia del Valle– los contactó con las bandas que actuaban en Buenaventura para que les ayudaran a afianzar su poder en la ciudad. Y así fue.“Uno de esos combos era ‘la Empresa’, pistoleros que trabajaban para el cartel del Norte del Valle y que se apoderaron de la ciudad luego de la desmovilización del Calima”, asegura un oficial de la Dijín.
La toma del puerto por parte de esa organización, contó con el apoyo de ‘los Rastrojos’, ejército privado de Javier y Enrique Calle Serna, ‘los Comba’. En esa época, un muchacho de una comuna podía recibir hasta un millón de pesos por trabajar para la mafia.
Sin embargo, con el sometimiento de ‘los Comba’ a Estados Unidos, en 2012, ‘la ‘Empresa’ vio mermados sus ingresos y empezó a perder terreno militar con un nuevo huésped: la banda criminal de ‘los Urabeños’, paramilitares puros, al mando de Daniel Rendón, ‘don Mario’, que revivieron el reclutamiento y se apoderaron a sangre y fuego de la ciudad.
Según la Dijín, para ganar la guerra por la ciudad, ambas estructuras criminales empezaron a reclutar, incluso, a menores. “Son jóvenes desescolarizados, de precarios recursos económicos y, en especial, desmovilizados o integrantes de bandas delincuenciales. Y en Buenaventura abundan”, explicó un oficial.
Y agregó que la situación de extrema pobreza en la población es tal, que la mayoría ha sido enganchada con salarios que oscilan entre 350.000 y 400.000 pesos mensuales.
“También los seducen dándoles un revólver que les permiten usar para ‘vueltas’ personales como el cobro de extorsiones en tiendas, servicio de transporte público, comercio y casas familiares”, explicó.
Y advirtió que el salario puede aumentar si los ‘reclutas’ son jefes de comuna, de barrio o de cuadra.
Según el personero de Buenaventura, Álvaro Martán, el 70 por ciento de los jóvenes de la ciudad están inmersos en el conflicto.
Labores de inteligencia han permitido establecer que los muchachos reclutados por ‘la Empresa’ son llevados a un sector conocido como la Piscina, en el barrio El Progreso. Y el lugar de reunión de ‘los Urabeños’ es la finca El Potedo.
¿Políticos detrás?
Las autoridades tienen información de que estas bandas manejan casi todos los eslabones del narcotráfico y que han acumulado tanto poder que ya no trabajan para ningún cartel o ‘capo’.Después de que la Policía capturó varios de los máximos cabecillas de ‘los Urabeños’ (entre ellos ‘el Negro Orlando’, ‘Capri’, ‘Resorte’ y ‘Jonny’) han surgido otros jefes. En la lista aparecen Víctor Manuel Castro, ‘Garrotico’ y Jorge Eliécer Martínez, ‘Mitochi’. Y en ‘la Empresa’, asumieron el poder Orlando Cuervo, alias ‘Orejas’ y Carlos Echavarría, ‘Corsa’.
Pero hay una pista que podría dar un giro al análisis de la violencia en el puerto. Los investigadores indagan si, tal como lo señalan informantes, hay tres políticos locales patrocinando a esas bandas y desviando dineros del erario para mantenerlas vivas.
Cuando se pidieron sus nombres, la Policía respondió que, por ahora, es reserva del sumario.
También está bajo reserva una posible alianza de ‘los Urabeños’ con las Farc.
“No olvide que ‘Otoniel’, jefe de esa banda criminal, primero fue guerrillero y no tiene problema en negociar con quien sea para asegurar el dominio de la zona”, explicó un oficial de inteligencia.
‘La gran mayoría de las capturas es de cabecillas’
El comandante de la Policía de Buenaventura, el coronel José Miguel Correa, informó que en lo corrido del año han realizado 131 capturas de miembros de bandas criminales. 73 de los ‘Urabeños’ y 58 de la ‘Empresa’. “La gran mayoría son de cabecillas de primer y segundo nivel. No se han cogido todos pero sí se ha afectado a casi el 90 por ciento”, dijo. Se han incautado, además, 71 armas de fuego.El oficial señaló que en la intervención al puerto hay 1600 policías y casi 500 Infantes de marina.
u.investigativa@eltiempo.com
Galería de Fotos. Esta es Buenaventura Col.
Inseguridad y pobreza en Buenaventura
Los habitantes de la principal puerta de Colombia al Pacífico, son víctimas de inseguridad y violencia desbordada. Preso de su propio atributo, este puerto es un botín deseado por bandas criminales organizadas, donde el microtráfico, extorsión y control territorial, son el pan de cada día.
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Las calles de la playita son víctimas de pobreza e inseguridad.
Inseguridad y pobreza en Buenaventura
Tras la intervención militar, la zozobra y el miedo de los habitantes del puerto ha disminuido.
Hombres de la infantería de marina hicieron presencia en el puerto para frenar la inseguridad.
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El puerto estaba siendo controlado por bandas criminales organizadas.
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