Meluk le cuenta... (¡Ahora es cuando empieza la leyenda!)
Meluk le cuenta... (¡Ahora es cuando empieza la leyenda!)
Hay jugadores que se tienen una
confianza en sí mimos casi que rayan en lo atrevido. Esos son los que
hacen la historia, los que la escriben, los que quedan en ella para
siempre. James Rodríguez es así. James Rodríguez, con apenas 22 años, ya
es el símbolo de la Selección Colombia que, bajo su imagen de galán, su
pierna de fuego y su genial talento, escribió las letras más
importantes de toda la historia del fútbol colombiano; sí, así como lo
leen y sin exagerar y lo repito, de toda la historia del fútbol
colombiano, al derrotar a Uruguay en el Maracaná 2-0 y clasificar a los
cuartos de final del Mundial de fútbol.
En el reloj, el minuto 27 y 35 segundos. En la
cancha, un partido tenso e intenso, de equipos con overol engrasado y
la llave de tuercas en el cinto. Pero apareció el genial, el que hace
fantasías. Si, apareció James.
Cuando la pelota lo buscó tras ser devuelta
por la cabeza de Abel Aguilar, James Rodríguez ya sabía lo que iba
hacer. A 22 metros del arco espero la bola que caía lenta como una
pesada gota de aceite y la durmió en su pecho. Y en ese mismo momento
empezó un giro para acomodarla en el aire, para que cayera justo sobre
la bota zurda, esa que ya estaba sincronizada en una media vuelta
perfecta. Y sin que el balón cayera al pasto, para no arriesgarse a que
ensuciara quizás, su pie lo disparó con furia, potente e inatajable.
Fernando Muslera, el arquero de Uruguay, se
hizo de goma y alargó su brazo. Apenas rozó la pelota que, imparable,
pegó en el horizontal, se desplomó detrás de la línea de gol y rebotó
para ir a terminar chocando contra lo más profundo y alto de la red. Un
golazo, toda una obra maestra. Los artistas son así. Hacen lo difícil de
una manera tan simple, tan ridículamente simple. Tan hermosamente
simple. ¡1-0! Es, quizás, el gol más hermoso de todos los que se han
hecho en lo que va del Mundial.
En el reloj, el minuto 4 y un segundo. La vida
no para. Apenas comienza el segundo tiempo, y de la genialidad del
solista, Colombia pasa a la belleza de la orquesta. Cuadrado empieza la
tocata y fuga en la derecha. Le pasa la pelota a Teófilo. Cuadrado no se
detiene y sigue ligero atravesando el campo. Teófilo cambia de rumbo y
se enfila hacia el centro. El faro de Jackson recibe la luz de la
derecha y la manda para la izquierda. De lado a lado, la bola ha cruzado
el océano verde del Maracaná. Armero, entonces, caballo de mar sin
freno, tira el centro al segundo palo donde está Cuadrado, el que
comenzó todo.
De cabeza devuelve la bola a la línea de las 5,50 donde
está James, sí James Rodríguez, el mismo James, con su talento, puso la
última nota de esa sinfonía exacta y precisa: el gol hecho canto. ¡2-0!
El mejor jugador del Mundial ya era otro de los goleadores del Mundial.
Cuando terminó el partido, James se detuvo un
instante a disfrutar el momento, su momento. Respiró tranquilo. Con su
cara de galán repetida en las pantallas gigantes. Miró el Maracaná que
lo ovacionaba y sintió que el aire era más dulce.
Si el primer partido de esta Copa, contra
Grecia, fue el primer día del resto de nuestro fútbol, si el de este
sábado fue el partido más importante de nuestra historia, si la magia
pura de esta Selección no se detiene, el juego que vienen contra Brasil,
es el comienzo de la leyenda… No lo duden, ¡ahora es cuando comienza la
leyenda!
P.D. Si de pendejo no lloré
antes, ahora no hay porque hacerlo. Todos andamos felices y radiantes
con una sonrisa que no nos cabe en la cara...
Meluk le cuenta…
GABRIEL MELUK
Editor de Deportes
Enviado especial de EL TIEMPO
Río de Janeiro
Editor de Deportes
Enviado especial de EL TIEMPO
Río de Janeiro
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