5 COLUMNISTA DE LA SEMANA
Mi hermano y yo
Por Daniel Coronell Ver más artículos de este autor
OPINIÓN . En una semana y un día terminaron los problemas para don William Escobar Baquero. Para esa época, su hermana Maritza ya era una importante funcionaria de la Fiscalía General de la Nación, aunque aún no directora del CTI.
Un evidente caso de nepotismo se está presentando en la Fiscalía General de la Nación. Durante esta semana, un hermano de la directora del Cuerpo Técnico de Investigaciones (CTI) fue nombrado en la entidad. La doctora Maritza Escobar Baquero, directora del CTI, no se declaró impedida para conocer el proceso de vinculación de su hermano William, por el contrario –según un documento- pidió copia del informe de verificación y seguridad que hace la Fiscalía para vincular a nuevos funcionarios.
El informe muestra que el recién nombrado hermano de la directora del CTI tiene un pasado interesante.
Desde 1995, el subteniente retirado del Ejército William Escobar Baquero ha sido denunciado cinco veces por violencia intrafamiliar. (Ver documento). Su esposa ha retirado los cargos en cuatro oportunidades y en el quinto proceso acaeció un milagro. A pesar de que los hechos sucedieron el 18 de febrero de 2002, la víctima desistió de la denuncia en el año 2000 según consta en una resolución citada y fechada el 21 de febrero de ese año. (Ver proceso 65049)
Los sabuesos de la Fiscalía no encontraron problema en avalar que el desestimiento ocurriera dos años antes de la denuncia.
Este no es el único prodigio en el pasado del nuevo funcionario.
La base de datos de la Fiscalía también muestra que William Escobar Baquero fue investigado por los delitos de ‘Concierto para delinquir y terrorismo’. La justicia, tan morosa en otros casos, fue pronta y cumplida con don William. El proceso fue resuelto en unos pocos días y después le dictaron un archivo a su favor por preclusión. (Ver proceso concierto para delinquir)
La historia de este proceso relámpago es la siguiente: El 28 de mayo de 2004 se presentó ante la Fiscalía un hombre llamado Luis Edgar Buitrago Rodríguez para acogerse al programa de dejación voluntaria de armas como miembro del Bloque Centauros de las llamadas autodefensas.
Cuatro días después, el primero de junio de 2004, Buitrago afirmó que su fachada mientras trabajaba con los paramilitares era un puesto de celador en la empresa de Seguridad Río Humea. Aseguró, además, que el gerente de la compañía de vigilancia, William Escobar Baquero, era también integrante del grupo paramilitar.
El 10 de junio, la Fiscalía encontró méritos para ordenar la captura de William Escobar Baquero. Dos días después fue oído en indagatoria y le dictaron cargos por el delito de concierto para delinquir. El 17 de junio amplió su indagatoria y -apenas un día después- le resolvieron la situación jurídica absteniéndose de dictarle medida de aseguramiento y dejándolo en libertad.
Es decir en una semana y un día terminaron los problemas para don William. Para esa época su hermana Maritza ya era importante funcionaria de la Fiscalía General de la Nación, aunque aún no directora del CTI.
En su hoja de vida, William Escobar Baquero señala tímidamente que fue “directivo” de la Empresa de Vigilancia Sociedad Río Humea. (Ver hoja de vida) Para verificar esa información, los investigadores de la Fiscalía solo llamaron a un antiguo auxiliar contable de la compañía quien fue el único que acreditó esa condición de “directivo” porque –según él- la sociedad fue liquidada en 2011. (Ver Humea)
La realidad es otra, el hermano de la directora del CTI es y ha sido el gerente general de la Sociedad Río Humea desde su fundación. También figura en los registros públicos como el socio mayoritario de la empresa. De acuerdo con los documentos de la Cámara de Comercio de Villavicencio, la sociedad no ha sido liquidada. Otro detalle que se le pasó a los investigadores del CTI que verificaban la hoja de vida del hermano de la jefa. (Ver certificado de Cámara de Comercio)
William Escobar Baquero fue postulado hace un mes para ser ‘Investigador Criminalista’ del CTI. Para esa función le fueron efectuados velozmente los estudios de seguridad y las pruebas sicológicas. (Ver postulación dirección nacional CTI)
El 7 de enero de 2014, en esta semana que se acaba de terminar, lo nombraron en la Fiscalía pero en un cargo distinto de aquel para el que había sido evaluado. (Ver comparación)
La resolución firmada por el Fiscal General, quien probablemente desconoce esta historia, lo nombra “en provisionalidad” como profesional universitario adscrito a la Dirección Administrativa y Financiera. (Ver nombramiento)
Los únicos estudios universitarios que ha concluido don William son en Ciencias Militares. No se sabe para qué pueda necesitar la dirección administrativa y financiera de la Fiscalía a un experto en Ciencias Militares. Lo que si está claro es quien es la hermana del profesional.
¿El crimen de cuello blanco si paga? (I)
Por María Jimena Duzán
OPINIÓNOjalá que los jueces, la Fiscalía y el procurador no caigan en la trampa diseñada por la soberbia de los dueños de Interbolsa.
Parece una inocentada la noticia de que a Rodrigo Jaramillo, el gran cerebro del descalabro de InterBolsa, una juez de garantías, en la madrugada del 28 de diciembre, le hubiera dado la casa por cárcel y lo hubiera confinado a su apartamento de más de 400 metros cuadrados en el exclusivo sector de El Poblado, mientras que esbirros suyos como Javier Villadiego eran recluidos en el pabellón de máxima seguridad de La Picota.
El mundo está al revés o nuestro sistema penal acusatorio está demostrando su incapacidad de someter a los ladrones de cuello blanco.
Son tantas las evidencias de que los dueños de InterBolsa, Rodrigo y Tomás Jaramillo, Juan Carlos Ortiz y Víctor Maldonado, han mentido desde el primer día, que sería el colmo que eso sucediera. Tengo en mis manos unos correos que demuestran claramente que el Fondo Premium fue utilizado para manipular la acción de Fabricato y que era un vehículo que estaba montado exclusivamente para el enriquecimiento de sus dueños, Tomás Jaramillo, Juan Carlos Ortiz y Víctor Maldonado. En este correo con fecha de octubre 31 de 2012, (ver correo), es decir, un día antes de que la comisionista de InterBolsa fuera intervenida, Rashid Maluff, gerente del Fondo Premium, le envía una comunicación a Tomás Jaramillo y a Juan Carlos Ortiz en la que se muestra muy preocupado por que el 35 por ciento del fondo se encuentra comprometido en “acciones que están mal de garantías y que no cuentan con fuente de pago”.
Se ha podido establecer que estos créditos por 63 millones de dólares responden a préstamos hechos a Corridori y a Víctor Maldonado a través de empresas como Vecchio Internacional y Latinoamericana de Inversiones Sumo, de Víctor Maldonado, socio mayoritario de InterBolsa. Corridori utilizó estos dineros para manipular fraudulentamente la acción de Fabricato y para hacerlo recurrió al entramado que le pusieron en bandeja los accionistas del Fondo Premium, (Juan Carlos y Tomás Jaramillo) como Valores Incorporados, Rentafolio Bursátil y Andean Capital Markets.
Prueba de cómo era que manipulaban la acción de Fabricato es el correo del 4 de julio de 2012 que le envía Jhon Alexánder Muñoz Delgado, gerente general de Valores Incorpardos a Juan Andrés Tirado, quien era uno de los ejecutivos del fondo y a Alessandro Corridori (ver correo). En esa comunicación se advierte cómo vendían acciones en Colombia, aprovechando el precio artificialmente inflado, para luego enviar el dinero al exterior, (a Andean en Panamá), posteriormente lo volvían a meter en una de las empresas de la red Corridori que era Manantial. Estas operaciones podrían suponer no solo la manipulación ilegal de la acción de Fabricato, sino un potencial lavado de activos como ya lo advirtió el vicefiscal Perdomo.
Con estas evidencias es claro que Tomás Jaramillo y Juan Carlos Ortiz directa e indirectamente tuvieron que ver con la manipulación de la acción de Fabricato. Habría entonces que preguntarle a la Fiscalía por qué no los han vinculado a ellos ni a Víctor Maldonado a ese proceso.
En el correo de Rashid Maluff él también muestra su preocupación por 33 millones de dólares, en créditos a ‘vinculados’, es decir en autopréstamos otorgados a los mismos dueños. (Evidencias de cómo utilizaron esa plata de los inversionistas para pagar sus gastos ocasionales, las daré en próxima entrega).
Hoy las posibilidades de recuperar la plata del Fondo Premium son bastante sombrías. El liquidador Alejandro Revollo afirma que siendo optimista podrían aspirar a recuperar el 60 por ciento. Los que se quedaron con acciones de InterBolsa se fregaron porque esos 86.000 millones de pesos se perdieron y los accionistas no los quieren honrar.
Con este prontuario tan desolador, sorprende que el procurador hubiera conceptuado que Rodrigo Jaramillo no era un peligro para la sociedad justificando la casa por cárcel y en cambio sí hubiera destituido al superintendente financiero Gerardo Hernández porque no presentó a tiempo la denuncia penal contra Jaramillo y sus socios, a sabiendas de que no podía hacerla antes de que InterBolsa incumpliera sus compromisos bancarios porque podía ser acusado de pánico económico. Insólito. Es como si a Madoff lo hubieran confinado a su lujoso apartamento de Nueva York y se hubiera destituido al director de la SEC, que fue quien destapó su fraude.
Los dueños de InterBolsa y del Fondo Premium no quieren pagar ni resarcir a las víctimas y para evitar que les incauten sus bienes andan en la tarea de cuestionar a Luis Guillermo Vélez, el superintendente de Sociedades, (el que queda) –tuvo la osadía de embargarles sus bienes–, y de horadar el testimonio de exempleados de InterBolsa como Jorge Arabia, que a diferencia de los dueños de esa entidad financiera, sí ha colaborado eficazmente con la Justicia. Ojalá que los jueces y la Fiscalía (¡y el procurador!) no caigan en esta trampa diseñada por la soberbia de los dueños de InterBolsa, que piensan que están por encima de la ley. No puede ser que en este país sí pague ser un delincuente de cuello blanco.
El mundo está al revés o nuestro sistema penal acusatorio está demostrando su incapacidad de someter a los ladrones de cuello blanco.
Son tantas las evidencias de que los dueños de InterBolsa, Rodrigo y Tomás Jaramillo, Juan Carlos Ortiz y Víctor Maldonado, han mentido desde el primer día, que sería el colmo que eso sucediera. Tengo en mis manos unos correos que demuestran claramente que el Fondo Premium fue utilizado para manipular la acción de Fabricato y que era un vehículo que estaba montado exclusivamente para el enriquecimiento de sus dueños, Tomás Jaramillo, Juan Carlos Ortiz y Víctor Maldonado. En este correo con fecha de octubre 31 de 2012, (ver correo), es decir, un día antes de que la comisionista de InterBolsa fuera intervenida, Rashid Maluff, gerente del Fondo Premium, le envía una comunicación a Tomás Jaramillo y a Juan Carlos Ortiz en la que se muestra muy preocupado por que el 35 por ciento del fondo se encuentra comprometido en “acciones que están mal de garantías y que no cuentan con fuente de pago”.
Se ha podido establecer que estos créditos por 63 millones de dólares responden a préstamos hechos a Corridori y a Víctor Maldonado a través de empresas como Vecchio Internacional y Latinoamericana de Inversiones Sumo, de Víctor Maldonado, socio mayoritario de InterBolsa. Corridori utilizó estos dineros para manipular fraudulentamente la acción de Fabricato y para hacerlo recurrió al entramado que le pusieron en bandeja los accionistas del Fondo Premium, (Juan Carlos y Tomás Jaramillo) como Valores Incorporados, Rentafolio Bursátil y Andean Capital Markets.
Prueba de cómo era que manipulaban la acción de Fabricato es el correo del 4 de julio de 2012 que le envía Jhon Alexánder Muñoz Delgado, gerente general de Valores Incorpardos a Juan Andrés Tirado, quien era uno de los ejecutivos del fondo y a Alessandro Corridori (ver correo). En esa comunicación se advierte cómo vendían acciones en Colombia, aprovechando el precio artificialmente inflado, para luego enviar el dinero al exterior, (a Andean en Panamá), posteriormente lo volvían a meter en una de las empresas de la red Corridori que era Manantial. Estas operaciones podrían suponer no solo la manipulación ilegal de la acción de Fabricato, sino un potencial lavado de activos como ya lo advirtió el vicefiscal Perdomo.
Con estas evidencias es claro que Tomás Jaramillo y Juan Carlos Ortiz directa e indirectamente tuvieron que ver con la manipulación de la acción de Fabricato. Habría entonces que preguntarle a la Fiscalía por qué no los han vinculado a ellos ni a Víctor Maldonado a ese proceso.
En el correo de Rashid Maluff él también muestra su preocupación por 33 millones de dólares, en créditos a ‘vinculados’, es decir en autopréstamos otorgados a los mismos dueños. (Evidencias de cómo utilizaron esa plata de los inversionistas para pagar sus gastos ocasionales, las daré en próxima entrega).
Hoy las posibilidades de recuperar la plata del Fondo Premium son bastante sombrías. El liquidador Alejandro Revollo afirma que siendo optimista podrían aspirar a recuperar el 60 por ciento. Los que se quedaron con acciones de InterBolsa se fregaron porque esos 86.000 millones de pesos se perdieron y los accionistas no los quieren honrar.
Con este prontuario tan desolador, sorprende que el procurador hubiera conceptuado que Rodrigo Jaramillo no era un peligro para la sociedad justificando la casa por cárcel y en cambio sí hubiera destituido al superintendente financiero Gerardo Hernández porque no presentó a tiempo la denuncia penal contra Jaramillo y sus socios, a sabiendas de que no podía hacerla antes de que InterBolsa incumpliera sus compromisos bancarios porque podía ser acusado de pánico económico. Insólito. Es como si a Madoff lo hubieran confinado a su lujoso apartamento de Nueva York y se hubiera destituido al director de la SEC, que fue quien destapó su fraude.
Los dueños de InterBolsa y del Fondo Premium no quieren pagar ni resarcir a las víctimas y para evitar que les incauten sus bienes andan en la tarea de cuestionar a Luis Guillermo Vélez, el superintendente de Sociedades, (el que queda) –tuvo la osadía de embargarles sus bienes–, y de horadar el testimonio de exempleados de InterBolsa como Jorge Arabia, que a diferencia de los dueños de esa entidad financiera, sí ha colaborado eficazmente con la Justicia. Ojalá que los jueces y la Fiscalía (¡y el procurador!) no caigan en esta trampa diseñada por la soberbia de los dueños de InterBolsa, que piensan que están por encima de la ley. No puede ser que en este país sí pague ser un delincuente de cuello blanco.
Veo a Uribe desesperado y me preocupa
Por León Valencia
OPINIÓNA nadie en su sano juicio se le puede ocurrir que una guerrilla jugada hasta la muerte contra el establecimiento y rígida como el hierro esté ahora en campaña para elegir a Santos.
No le ha ido bien a Uribe en las últimas semanas. Su figura empieza a perder terreno considerable en las encuestas. Cae paulatinamente su favorabilidad y el desfavorable llegó a un 40 por ciento en el último sondeo de Gallup. Eso es bravo para un hombre acostumbrado a un alto grado de aceptación. Las negociaciones de paz avanzan y están echando al suelo la perspectiva del fracaso, hipótesis en la que había fundado Uribe su regreso al poder. La aviesa jugada de uno de sus
aliados, el procurador Ordóñez, para sacar a Gustavo Petro de la Alcaldía de Bogotá ha elevado el protagonismo de la izquierda en la coyuntura y ha opacado la persistente acción opositora del uribismo. Su campaña para el Congreso ha perdido brillo y la de su pupilo Óscar Iván Zuluaga a la Presidencia no despega.
La reacción de Uribe frente a esta realidad desconcertante tiene tintes desesperados. En recientes declaraciones dijo que había un oscuro pacto entre el presidente y las Farc para impedir la acción electoral de su grupo político y acusó a la guerrilla de estar amenazando de muerte a los campesinos para que votaran por Santos. Antes había armado un gran escándalo con una información sobre la feria de puestos y contratos con los que Santos estaba comprando su reelección. Ahora está dedicado al debate sobre el deterioro de la seguridad invocando el poderío guerrillero y exagerando todos los indicadores de violencia. Es un discurso desesperado por las fantasías, los descaros y las contradicciones que lleva por dentro.
A nadie en su sano juicio se le puede ocurrir que una guerrilla jugada hasta la muerte contra el establecimiento y rígida como el hierro esté ahora en campaña para elegir a Santos y dispuesta a utilizar la violencia para lograr el cometido. Pero a Uribe se le ocurre este desvarío mental porque en las campañas de 2002 y 2006 la invocación de la maldad y del terror de las Farc era el expediente seguro para subir en las encuestas.
Se le ocurre también el descaro de acusar a Santos de la utilización clientelista de los recursos del Estado para buscar su reelección –lo cual no debe tener un ápice de mentira– cuando él, precisamente él, está involucrado en el mayor escándalo contemporáneo de corrupción en la búsqueda de su segundo mandato y funcionarios de su círculo más cercano están ante los tribunales respondiendo por el delito de cohecho.
Se le ocurre ahora, igualmente, exaltar las acciones de la guerrilla y hablar de la preocupante violencia del crimen organizado contradiciendo de pies a cabeza el discurso del final de su segundo mandato en el que hablaba de unas guerrillas derrotadas, del fin del fin de las Farc, y de una superación del gran fenómeno del crimen organizado encarnado en los paramilitares. No le importa incurrir en semejante contradicción porque piensa que la sociedad colombiana le comprará la idea de que estamos de regreso a 2002 y que la única salida es restituirle su poder para que, ahora sí, acabe con las guerrillas y encuentre una salida para las bandas criminales herederas del paramilitarismo.
Me preocupa el desespero porque Uribe o sus seguidores y aliados han hecho bastantes cosas indebidas para tirarse el proceso de paz y para ganar espacio político y en medio del desconcierto y del apremio pueden escalar este tipo de acciones. Pongo ejemplos: filtrar las negociaciones secretas que se estaban desarrollando y el borrador del acuerdo con el ánimo de abortar el proceso; inventar que el comisionado de paz, Sergio Jaramillo, estaba negociando con las Farc un secuestro en Cuba; hacer públicas las coordenadas donde las fuerzas militares debían recoger a dos de los delegados de las Farc y llevarlos a La Habana; ir a la Corte de La Haya, en cabeza del procurador Ordóñez, a litigar contra el proceso de paz, con el argumento de que se está gestando un pacto de impunidad.
Es muy posible que el miedo mío sea infundado. Quizá los uribistas recuperen su empuje electoral y se tranquilicen o, que aun en medio de su decadencia mantengan la calma y no incurran en desafueros. Pero ni el gobierno, ni la izquierda ni las guerrillas pueden bajar la guardia. Uribe tiene a su lado gente fanática que no se detiene ante nada. Tiene además gente de mala condición que, sin tener nada que ver con él, lo necesita y está dispuesta a todo.
aliados, el procurador Ordóñez, para sacar a Gustavo Petro de la Alcaldía de Bogotá ha elevado el protagonismo de la izquierda en la coyuntura y ha opacado la persistente acción opositora del uribismo. Su campaña para el Congreso ha perdido brillo y la de su pupilo Óscar Iván Zuluaga a la Presidencia no despega.
La reacción de Uribe frente a esta realidad desconcertante tiene tintes desesperados. En recientes declaraciones dijo que había un oscuro pacto entre el presidente y las Farc para impedir la acción electoral de su grupo político y acusó a la guerrilla de estar amenazando de muerte a los campesinos para que votaran por Santos. Antes había armado un gran escándalo con una información sobre la feria de puestos y contratos con los que Santos estaba comprando su reelección. Ahora está dedicado al debate sobre el deterioro de la seguridad invocando el poderío guerrillero y exagerando todos los indicadores de violencia. Es un discurso desesperado por las fantasías, los descaros y las contradicciones que lleva por dentro.
A nadie en su sano juicio se le puede ocurrir que una guerrilla jugada hasta la muerte contra el establecimiento y rígida como el hierro esté ahora en campaña para elegir a Santos y dispuesta a utilizar la violencia para lograr el cometido. Pero a Uribe se le ocurre este desvarío mental porque en las campañas de 2002 y 2006 la invocación de la maldad y del terror de las Farc era el expediente seguro para subir en las encuestas.
Se le ocurre también el descaro de acusar a Santos de la utilización clientelista de los recursos del Estado para buscar su reelección –lo cual no debe tener un ápice de mentira– cuando él, precisamente él, está involucrado en el mayor escándalo contemporáneo de corrupción en la búsqueda de su segundo mandato y funcionarios de su círculo más cercano están ante los tribunales respondiendo por el delito de cohecho.
Se le ocurre ahora, igualmente, exaltar las acciones de la guerrilla y hablar de la preocupante violencia del crimen organizado contradiciendo de pies a cabeza el discurso del final de su segundo mandato en el que hablaba de unas guerrillas derrotadas, del fin del fin de las Farc, y de una superación del gran fenómeno del crimen organizado encarnado en los paramilitares. No le importa incurrir en semejante contradicción porque piensa que la sociedad colombiana le comprará la idea de que estamos de regreso a 2002 y que la única salida es restituirle su poder para que, ahora sí, acabe con las guerrillas y encuentre una salida para las bandas criminales herederas del paramilitarismo.
Me preocupa el desespero porque Uribe o sus seguidores y aliados han hecho bastantes cosas indebidas para tirarse el proceso de paz y para ganar espacio político y en medio del desconcierto y del apremio pueden escalar este tipo de acciones. Pongo ejemplos: filtrar las negociaciones secretas que se estaban desarrollando y el borrador del acuerdo con el ánimo de abortar el proceso; inventar que el comisionado de paz, Sergio Jaramillo, estaba negociando con las Farc un secuestro en Cuba; hacer públicas las coordenadas donde las fuerzas militares debían recoger a dos de los delegados de las Farc y llevarlos a La Habana; ir a la Corte de La Haya, en cabeza del procurador Ordóñez, a litigar contra el proceso de paz, con el argumento de que se está gestando un pacto de impunidad.
Es muy posible que el miedo mío sea infundado. Quizá los uribistas recuperen su empuje electoral y se tranquilicen o, que aun en medio de su decadencia mantengan la calma y no incurran en desafueros. Pero ni el gobierno, ni la izquierda ni las guerrillas pueden bajar la guardia. Uribe tiene a su lado gente fanática que no se detiene ante nada. Tiene además gente de mala condición que, sin tener nada que ver con él, lo necesita y está dispuesta a todo.
El columnista no escribe en esta edición
Por Antonio CaballeroVer más artículos de este autor
OPINIÓNEl columnista no escribe en esta edición.
La lactosa y el procurador
Por Daniel Samper Ospina
OPINIÓN . Como comandante guerrillero, Petro sería idéntico a como es de mandatario: de armas tomar, sí, pero le renunciarían los jefes de los frentes cada 15 días aduciendo problemas personales
En su primera chiva trascendental del año, el diario El Tiempo reveló una información verdaderamente explosiva: según su sección de secretos políticos, dentro del sanedrín de Gustavo Petro brillan “una especie de secretarios alternos, Juanito y Arley, que le llevan calditos, carne, maní y evitan que se acerque a cualquier alimento lácteo, lo que representa una amenaza incontrolable para el alcalde”.
Resulta, pues, que Petro no solo es intolerante a la crítica sino a la lactosa, del mismo modo en que el procurador es intolerante a Petro, y desde ya se ve venir una llave entre Miguel Gómez, el mismo Ordóñez y lácteos de toda índole para atajar al alcalde a como dé lugar: en el caso improbable de que falle su destitución, acudirán a la revocatoria; y si esta fracasa, la ultraderecha maquina un plan para distraer a Juanito y Arley, estrellas de la ‘guardia petroriana’, y conseguir que el alcalde ingiera un postre de tres leches lo suficientemente cargado como para que nadie sea capaz de rodearlo y su espacio político quede reducido al baño del centro comercial Centro Mayor.
Pero no pasarán, como dice el alcalde. Las mafias de las lactosas y sus enzimas reaccionarias y enemigas de la paz no se saldrán con la suya. Porque Petro no es un hombre sino un pueblo; incluso no es un pueblo, sino una revolución: inventó el uso de cacerolas como elemento de protesta, pero prohibió el de sartenes, para evitar las vías de hecho en los reclamos maritales; cerró el departamento de planeación e inauguró el de planificación para practicar vasectomías gratuitas a los ciudadanos que tuvieran un mínimo de seis hijos; integró las chivas rumberas al Sistema Integrado de Transporte; densificó, si no el centro de la ciudad, al menos su discurso, atiborrado ahora de consignas. Y no ha utilizado su intolerancia a la lactosa para dispersar las marchas a punta de gases, porque es el alcalde del amor.
Yo era de los que decía que si Petro se nos trepaba y montaba un sistema socialista al estilo de Chávez, me iría del país. Concretamente a Venezuela. Pero hoy por hoy confieso que se me ha disipado ese temor, y aun el otro, más grave todavía, de que, ante el fallo del procurador, el alcalde monte una nueva versión del M-19, como él mismo lo sugirió. El miedo no era en vano porque, como comandante guerrillero, Petro sería idéntico a como es de mandatario: de armas tomar, sí, pero le renunciarían los jefes de los frentes cada 15 días aduciendo problemas personales. Por fortuna, estamos ante un hombre de paz, que no sirve para guerrillero, como lo confirman sus evidentes problemas de ejecución.
Me he vuelto solidario con Petro porque creo que la tolerancia debe ser el propósito nacional de este 2014. Damos pena. No es posible que Santos se pelee con Uribe, el fiscal con la contralora y hasta Juan Carlos Pastrana con José Obdulio sin que nadie proponga una mínima luz de reconciliación entre personas que deberían ser pares.
Y son pares. Pero nones: las peleas han llegado a extremos tan penosos que a uno le dan ganas de rogarles a los guerrilleros de las Farc que durante el próximo ciclo cedan sus puestos para que los representantes del establecimiento negocien sus diferencias, y sea el fiscal, y no Jesús Santrich, quien se haga el de las gafas, y la contralora, y no Tanja, quien luzca un bikini en la proa de un yate. Porque, francamente, ya no saben cómo degradarse más: Uribe tilda al presidente de mentiroso, cuando todos sabemos que Santos es amante de la verdad: la visita de vez en cuando, a escondidas, furtivamente, en moteles de dudosa reputación. Y hace poco, en un encuentro fortuito en el parque El Virrey, cuando se encontraron frente a frente la contralora y el fiscal, esta dio la orden de ataque a sus perros que si bien, en su condición de chihuahas, no tenían la fiereza de un Rottweiler para morderlo, sí se entregaron a una incómoda cópula contra la pantorilla del máximo investigador que lo incomodó públicamente.
El país se lamenta de Uribe, a la vez que Uribe se la menta a Santos, y dan ganas de rogarles a ambos que se quieran nuevamente, porque es más lo que los une que lo que los separa: llámese mermelada o notarías, Agro Ingreso Seguro o Riopaila, chuzadas o caso Lizarralde.
Para agregar más leña a la hoguera, ahora el procurador arremete contra Petro con la tenacidad de una cuajada en el sensible colon del alcalde, y por un instante Ordóñez y la lactosa parecen la misma cosa: lo único que los diferencia es que Petro no votó nunca por la lactosa. Y que la lactosa se muestra más respetuosa del estado de derecho. Y que no ha ofrecido fiestas a parapolíticos. Y que no quiere imponerle sus natas a nadie. Pero, por lo demás, lactosa y procurador son idénticos en su mala leche, y, en el intento de evacuación de Petro, van a terminar inflándolo.
Si el propósito de 2014 es la tolerancia, qué bonito sería, qué reconciliador, que Ordóñez tolere la diferencia. Y que Petro, a su vez, tolere la lactosa. Son mis deseos de este año para que al país le vaya mejor. Y si no al país, al menos a Juanito y Arley.
Resulta, pues, que Petro no solo es intolerante a la crítica sino a la lactosa, del mismo modo en que el procurador es intolerante a Petro, y desde ya se ve venir una llave entre Miguel Gómez, el mismo Ordóñez y lácteos de toda índole para atajar al alcalde a como dé lugar: en el caso improbable de que falle su destitución, acudirán a la revocatoria; y si esta fracasa, la ultraderecha maquina un plan para distraer a Juanito y Arley, estrellas de la ‘guardia petroriana’, y conseguir que el alcalde ingiera un postre de tres leches lo suficientemente cargado como para que nadie sea capaz de rodearlo y su espacio político quede reducido al baño del centro comercial Centro Mayor.
Pero no pasarán, como dice el alcalde. Las mafias de las lactosas y sus enzimas reaccionarias y enemigas de la paz no se saldrán con la suya. Porque Petro no es un hombre sino un pueblo; incluso no es un pueblo, sino una revolución: inventó el uso de cacerolas como elemento de protesta, pero prohibió el de sartenes, para evitar las vías de hecho en los reclamos maritales; cerró el departamento de planeación e inauguró el de planificación para practicar vasectomías gratuitas a los ciudadanos que tuvieran un mínimo de seis hijos; integró las chivas rumberas al Sistema Integrado de Transporte; densificó, si no el centro de la ciudad, al menos su discurso, atiborrado ahora de consignas. Y no ha utilizado su intolerancia a la lactosa para dispersar las marchas a punta de gases, porque es el alcalde del amor.
Yo era de los que decía que si Petro se nos trepaba y montaba un sistema socialista al estilo de Chávez, me iría del país. Concretamente a Venezuela. Pero hoy por hoy confieso que se me ha disipado ese temor, y aun el otro, más grave todavía, de que, ante el fallo del procurador, el alcalde monte una nueva versión del M-19, como él mismo lo sugirió. El miedo no era en vano porque, como comandante guerrillero, Petro sería idéntico a como es de mandatario: de armas tomar, sí, pero le renunciarían los jefes de los frentes cada 15 días aduciendo problemas personales. Por fortuna, estamos ante un hombre de paz, que no sirve para guerrillero, como lo confirman sus evidentes problemas de ejecución.
Me he vuelto solidario con Petro porque creo que la tolerancia debe ser el propósito nacional de este 2014. Damos pena. No es posible que Santos se pelee con Uribe, el fiscal con la contralora y hasta Juan Carlos Pastrana con José Obdulio sin que nadie proponga una mínima luz de reconciliación entre personas que deberían ser pares.
Y son pares. Pero nones: las peleas han llegado a extremos tan penosos que a uno le dan ganas de rogarles a los guerrilleros de las Farc que durante el próximo ciclo cedan sus puestos para que los representantes del establecimiento negocien sus diferencias, y sea el fiscal, y no Jesús Santrich, quien se haga el de las gafas, y la contralora, y no Tanja, quien luzca un bikini en la proa de un yate. Porque, francamente, ya no saben cómo degradarse más: Uribe tilda al presidente de mentiroso, cuando todos sabemos que Santos es amante de la verdad: la visita de vez en cuando, a escondidas, furtivamente, en moteles de dudosa reputación. Y hace poco, en un encuentro fortuito en el parque El Virrey, cuando se encontraron frente a frente la contralora y el fiscal, esta dio la orden de ataque a sus perros que si bien, en su condición de chihuahas, no tenían la fiereza de un Rottweiler para morderlo, sí se entregaron a una incómoda cópula contra la pantorilla del máximo investigador que lo incomodó públicamente.
El país se lamenta de Uribe, a la vez que Uribe se la menta a Santos, y dan ganas de rogarles a ambos que se quieran nuevamente, porque es más lo que los une que lo que los separa: llámese mermelada o notarías, Agro Ingreso Seguro o Riopaila, chuzadas o caso Lizarralde.
Para agregar más leña a la hoguera, ahora el procurador arremete contra Petro con la tenacidad de una cuajada en el sensible colon del alcalde, y por un instante Ordóñez y la lactosa parecen la misma cosa: lo único que los diferencia es que Petro no votó nunca por la lactosa. Y que la lactosa se muestra más respetuosa del estado de derecho. Y que no ha ofrecido fiestas a parapolíticos. Y que no quiere imponerle sus natas a nadie. Pero, por lo demás, lactosa y procurador son idénticos en su mala leche, y, en el intento de evacuación de Petro, van a terminar inflándolo.
Si el propósito de 2014 es la tolerancia, qué bonito sería, qué reconciliador, que Ordóñez tolere la diferencia. Y que Petro, a su vez, tolere la lactosa. Son mis deseos de este año para que al país le vaya mejor. Y si no al país, al menos a Juanito y Arley.
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