lunes, 15 de septiembre de 2014

La historia inédita del carpintero que casi termina extraditado

La historia inédita del carpintero que casi termina extraditado

Ariel Josué Martínez, quien estuvo más de 5 meses preso, también es víctima del conflicto.

Ariel Josué Martínez salió de la cárcel el miércoles pasado. Su alegría lo dice todo.
Foto: Abel Cárdenas / EL TIEMPO
Ariel Josué Martínez salió de la cárcel el miércoles pasado. Su alegría lo dice todo.

Se podría decir que a Ariel Josué Martínez, el carpintero de× Vicente del Caguán (Caquetá) que estuvo a punto de ser extraditado a Estados Unidos por un error judicial, y quien recobró su libertad tras permanecer 5 meses y 22 días en La Picota, lo perseguía el infortunio.
 
Ha sufrido las penurias de la pobreza y de la violencia, y le tocó además soportar la carga de la injusticia. Pero casi de milagro se salvó de una orden de extradición que parecía no tener reversa. Su historia es de novela. (Lea también: Casos de inocentes que acabaron en EE. UU.).
 
Cuando terminaba quinto de primaria apareció la enfermedad que lo ha hostigado durante 28 años; la epilepsia. Una mañana de 1999, en el salón de clases, Martínez convulsionó. Los ataques también lo sorprendían en el sendero que recorría para llegar a la finca en donde vivía, a 4 kilómetros de camino, en San Eduardo (Boyacá). Por eso dejó de estudiar. (En imágenes, la llegada de Ariel Josué Martínez a San Vicente del Caguán).
 
Ocho años antes, en 1991, recibió la primera noticia de la violencia: en Bogotá mataron a Hernando Martínez, su primo más querido. Aún no sabe cómo ni por qué. “Fue un golpe muy duro porque nos queríamos mucho”, dice.
 
Un mes después, un grupo de paramilitares se llevó, de la finca en donde vivían, a don× Martínez, su padre, a su tío Cenón y a un primo.
 
Al día siguiente, en una finca lejana de la misma región, fueron hallados dos cuerpos sin vida. Héctor Martínez, el primo, se salvó de milagro. Su padre y su tío no corrieron la misma suerte. Los dos cuerpos, con múltiples heridas de fusil, quedaron uno sobre el otro. (Ariel Martínez, el carpintero que se salvó de la extradición).
 
Para sepultar a Manuel y a Cenón, la madre de Ariel y sus 9 hermanos vendieron lo poco que tenían: cinco becerros y dos mulas. El día de las exequias el pueblo se llenó de soldados y tanques de guerra. “Hubo militares por todos lados. Regaron una mentira espantosa, que habían matado dos comandantes guerrilleros. Nadie investigó nada”, recuerda Ariel.
 
Los Martínez recogieron sus corotos y se fueron para Bogotá, a una casa en arriendo. Pablo, el mayor de los hermanos, afrontó la difícil tarea de cumplir las funciones del papá del hogar.
 
El poco presupuesto les alcanzó para un año. De allí, doña× Roselina se llevó a su hijo× Ariel para Puerto Tolima (Tolima). Fue cuando se supo de la reaparición de los paramilitares en San Eduardo (Boyacá). Esta vez la víctima de los fusiles resultó ser otro tío, Jesús Martínez.
 
Ariel y doña× Roselina, su madre, se enfermaron. Al carpintero lo afiliaron a la× Liga c