El día que Víctor Carranza refrendó su paz
04 abril 2013
MONS. HÉCTOR GUTIÉRREZ Obispo de Engativá (Bogotá)
¿Cómo recuerda a Víctor Carranza?“Me acerqué a él, porque yo era su obispo, él era mi oveja, la busqué y la encontré, entonces puedo afirmar que era un hombre que creía en Dios y trabajaba por toda la comunidad”.
¿Cómo era Carranza en su vida cotidiana?“Era un campesino, no era un hombre culto, no fue a la universidad o al colegio. Él se educó en la universidad de la vida. Era un hombre que hablaba con solvencia de política y finanzas. Un caballero, un hombre honrado. Tuvo los pecados propios de algunos hombres, pero siempre buscó a Dios”.
¿Era muy religioso?“Esa fue la razón por la cual, cuando se sintió mal, me llamó para confesarse y para que le aplicara la extrema unción. Quería a la Virgen y nunca se avergonzó de su fe”.
¿Qué recuerda de la labor de Carranza con los esmeralderos?“Él siempre rechazó varias cosas. Nunca quiso seguir los pasos de los paramilitares, tampoco de la guerrilla. Siempre, desde que yo lo conocí, fue un defensor ardiente de la paz. Parte de las campañas de paz que se hicieron en Boyacá, tuvieron el apoyo de Carranza. Es una realidad que nunca se podrá poner en tela de juicio”.
Pero a Carranza lo vinculan con hechos violentos, ¿qué sabe de eso?“De Víctor Carranza han dicho muchas cosas. Yo no voy a desconocer que era un hombre pecador y que se equivocó en algunas cosas. Pero cuando Dios le tocó el corazón, retornó a un espíritu sereno”.
Usted estuvo con él hace tres días, ¿cómo fueron esos momentos?“Estaba muy enfermo y muy adolorido, pero siempre con la esperanza de vida, siempre en manos de Dios. Eso lo decía con frecuencia. Él insistió mucho en la paz, en la legalidad de las empresas, en ética en el trabajo y en el servicio a la comunidad”.
El día que Víctor Carranza refrendó su paz
NACIÓN
El 2 de julio del 2010 el 'zar' de las esmeraldas volvió Otanche y se encontró con amigos y enemigos.
Autor: Samuel Salinas / SEMANA
Esta era la primera vez en la que se veía en público a Carranza después del atentado en el mes de marzo.
La plaza estaba vacía. En las discotecas y tiendas la música vallenata y los corridos prohibidos sonaban a todo volumen en los parlantes desde muy temprano. El ambiente era de fiesta pues en el municipio de Otanche, ubicado al occidente de Boyacá, no solo se iban a conmemorar los 20 años de la firma de la paz en la región tras la ‘guerra verde’. Otros buscaban ver a un viejo conocido del cual solo se escuchaban rumores de sus visitas.
A ese lugar enclavado en las montañas en el cual la pobreza ronda todos los rincones, iba a llegar tal vez uno de los hombres más ricos del país, el zar de las esmeraldas Víctor Carranza.
Este hombre protagonizó en la década del 80 una de las guerras más cruentas que se hayan visto en el país. Esta dejó más de 6.000 muertos. A los habitantes se les había dicho que el 'zar' llegaría para refrendar la paz la cual se había firmado hace 20 años gracias a la intermediación de la Iglesia católica.
Aunque a la 9:00 a. m. de ese 2 de julio del 2010 todo estaba listo, no se podría dar inicio a los actos sin la presencia del hombre que se convirtió en el patrón de la región. Carranza llegó tarde. Después del medio día apareció el mítico empresario de las esmeraldas en el pueblo.
Esta era la primera vez en la que se veía en público a Carranza después del atentado en el mes de marzo en el cual se utilizaron rockets y camiones. Carranza salió iléso.
El zar apareció en la tarima de la nada. Estaba escoltado por una treintena de personas a las que no se le veían las armas. Allí pronunció un discurso propio de un hombre curtido en el oficio y sin mayores pretensiones. “Mi voluntad como la de hace 20 años es la de trabajar”. Les dijo a sus antiguos aliados y contradictores.
Ese día también le salió al quite a los rumores frente a la posibilidad que podría acabarse la tranquilidad de la región. Luego de condecorar algunos de los esmeralderos que participaron en la firma de la paz. Prefirió irse junto a los escoltas de sombrero y camisas semi-abiertas. El viejo no se tomó ni un vaso de agua.
La visita del zar fue breve. Mientras salía de la plaza le dio la mano a varios de los pobladores siempre con la mirada en otro lugar, como si estuviera vigilando cualquier movimiento extraño. No en vano se dijo que por seguridad Carranza había llegado en helicóptero a un sitio aledaño al pueblo.
El deseo que la paz de la región se mantenga lo volvió a refrendar hace unos días. La misiva fue el preámbulo de su testamento. Carranza le envió una carta a los hermanos Rincón en la que le advierte del riesgo que para la región significa el regreso de la violencia. “Propongo un acuerdo Regional en el que los Lideres y Empresarios reiteremos el rechazo absoluto y contundente contra cualquier actividad ilegal en la provincia”, escribió.
En una entrevista publicada por la cadena Al Jazeera en junio 2012, Carranza confesó que tenía un cáncer de pulmón. “Nunca me he preocupado de eso. Ya es hora que mi Dios se acuerde de uno”.
Hoy se conoció la muerte del hombre que siempre buscó mantener un bajo perfil pero que para otros como el senador Iván Cepeda quien escribió un libro sobre el poder del zar, “Carranza no fue ningún constructor de paz” y por el contrario fue una persona que quedó en deuda con la justicia.
Este hombre protagonizó en la década del 80 una de las guerras más cruentas que se hayan visto en el país. Esta dejó más de 6.000 muertos. A los habitantes se les había dicho que el 'zar' llegaría para refrendar la paz la cual se había firmado hace 20 años gracias a la intermediación de la Iglesia católica.
Aunque a la 9:00 a. m. de ese 2 de julio del 2010 todo estaba listo, no se podría dar inicio a los actos sin la presencia del hombre que se convirtió en el patrón de la región. Carranza llegó tarde. Después del medio día apareció el mítico empresario de las esmeraldas en el pueblo.
Esta era la primera vez en la que se veía en público a Carranza después del atentado en el mes de marzo en el cual se utilizaron rockets y camiones. Carranza salió iléso.
El zar apareció en la tarima de la nada. Estaba escoltado por una treintena de personas a las que no se le veían las armas. Allí pronunció un discurso propio de un hombre curtido en el oficio y sin mayores pretensiones. “Mi voluntad como la de hace 20 años es la de trabajar”. Les dijo a sus antiguos aliados y contradictores.
Ese día también le salió al quite a los rumores frente a la posibilidad que podría acabarse la tranquilidad de la región. Luego de condecorar algunos de los esmeralderos que participaron en la firma de la paz. Prefirió irse junto a los escoltas de sombrero y camisas semi-abiertas. El viejo no se tomó ni un vaso de agua.
La visita del zar fue breve. Mientras salía de la plaza le dio la mano a varios de los pobladores siempre con la mirada en otro lugar, como si estuviera vigilando cualquier movimiento extraño. No en vano se dijo que por seguridad Carranza había llegado en helicóptero a un sitio aledaño al pueblo.
El deseo que la paz de la región se mantenga lo volvió a refrendar hace unos días. La misiva fue el preámbulo de su testamento. Carranza le envió una carta a los hermanos Rincón en la que le advierte del riesgo que para la región significa el regreso de la violencia. “Propongo un acuerdo Regional en el que los Lideres y Empresarios reiteremos el rechazo absoluto y contundente contra cualquier actividad ilegal en la provincia”, escribió.
En una entrevista publicada por la cadena Al Jazeera en junio 2012, Carranza confesó que tenía un cáncer de pulmón. “Nunca me he preocupado de eso. Ya es hora que mi Dios se acuerde de uno”.
Hoy se conoció la muerte del hombre que siempre buscó mantener un bajo perfil pero que para otros como el senador Iván Cepeda quien escribió un libro sobre el poder del zar, “Carranza no fue ningún constructor de paz” y por el contrario fue una persona que quedó en deuda con la justicia.
Víctima de cáncer, Víctor Carranza falleció ayer tras una vida polémica como empresario de las esmeraldas.
Las sombras de Carranza
"El zar de las esmeraldas" murió de cáncer. Sobrevivió a varios y graves atentados. Fue acusado por la justicia.
Mapa de noticias
La mención de su nombre generaba rechazo o admiración. Para exfuncionarios judiciales que lo investigaron, estudiosos del conflicto y víctimas de las autodefensas, Víctor Carranza Niño era uno de los señores de la guerra en Colombia y gestor del paramilitarismo. Para otros, era el "zar de las esmeraldas", empresario de renombre, benefactor y conciliador.
Así quedó demostrado de nuevo ayer tras su muerte a las 11:45 a.m. en la Fundación Santa Fe, en Bogotá, donde permaneció tres semanas por causa de un cáncer de próstata.
Pronto se conoció un comunicado de los esmeralderos, en el que destacan su vida: "Nosotros los líderes y empresarios del gremio de las esmeraldas, lamentamos profundamente el deceso de nuestro gestor compañero y amigo".
Esa imagen de minero exitoso, que empezó a labrarse su futuro a pico en los socavones buscando esmeraldas en minas de Gachalá, de empresario generoso en Cundinamarca y Boyacá y generador de empleo, no la comparte otra parte del país.
La llamada "guerra verde" entre 1965 y 1990, que dejó más de cinco mil muertos, lo tuvo como protagonista. Según el libro "Víctor Carranza, alias El Patrón", del sacerdote jesuita Javier Giraldo y del congresista Iván Cepeda, Carranza salió fortalecido frente a esmeralderos rivales como Yesid Nieto y el mismo narcotraficante Gonzalo Rodríguez Gacha, alias "el Mexicano".
Incluso el pacto de paz se suscribió en 1990, en la sede de su empresa Tecminas, en Muzo. Desde entonces se empezó a vincular su nombre con algunos de los primeros grupos paramilitares en el país.
Según exparamilitares, en Meta y Vichada existió un grupo conocido como "los Carranceros". Luis Guillermo Pérez, abogado de un grupo de víctimas de paramilitares, aseguró que con la muerte de Víctor Carranza "las expectativas de justicia y reparación de las víctimas quedan en la impunidad total a pesar de decenas de testimonios que lo vinculan con la promoción del paramilitarismo en Colombia".
Sus líos judiciales
En agosto de 2010, mientras Carranza se movía en helicóptero o en vehículos blindados —con un séquito de escoltas bien armados— entre empresas y minas en Boyacá y Meta, su nombre volvía a sonar en los despachos judiciales. El viernes 13 de ese mes, en versión conjunta ante la Fiscalía, los exjefes paramilitares Daniel Rendón Herrera, alias "Don Mario"; Élkin Casarrubia, alias "el Cura"; Dúmar Guerrero, alias "Carecuchillo" y Manuel Pirabán, alias "Jorge Pirata", declararon que Carranza ayudó con su poder y dinero a conformar los grupos paramilitares en el Meta y Vichada.
Además, que hombres a su mando, conocidos como "los Carranceros", participaron junto a paramilitares enviados por Carlos y Vicente Castaño en masacres como la de Mapiripán, donde asesinaron a unas 60 personas en julio de 1997. "Vicente nos dijo que en Meta los financiaba era Víctor Carranza ", aseguró alias "el Cura", quien confesó que lideró a ‘paras’ de Urabá en esa masacre.
Alias "Don Mario" dijo en esa audiencia que en una avioneta de propiedad del esmeraldero, "La Rebeca", transportaban cocaína y también paramilitares heridos en combates con la guerrilla.
"Cartel en la justicia"
Jorge Molano, abogado del movimiento de víctimas del paramilitarismo, aseguró que los procesos que se adelantaron contra Víctor Carranza nunca llegaron a fondo porque "había un cartel dentro de la justicia que lo protegía y lo favorecía". "Conocemos que al rededor del caso de Víctor Carranza se hicieron amenazas a testigos, acciones indebidas de funcionarios judiciales, pérdidas de expedientes. Toda una maquinaria de impunidad. Incluso hemos recibido informaciones de cómo cuando una persona lo denunciaba en el Meta, en tiempo record él era informado de la denuncia que se estaba presentando", indicó Molano.
Pero en los últimos 20 años Carranza siempre negó todo tipo acusaciones. Aunque reconoció que se reunió con jefes paramilitares como alias "Don Mario", "el zar de las esmeraldas" repetía que "el poder mío es que tengo unos pesos, ganados con el sudor de mi frente. Así se lo he dicho a los paramilitares y a la guerrilla: yo no les suelto un peso porque lo mío es mío".
Uno de los fiscales que lo investigó en 1998 por el caso que lo envió a prisión por tres años (1998-2001) fue Virgilio Hernández, quien señaló a este diario en 2010 que "había pruebas que demostraban que Carranza conformó grupos paramilitares. Pero salí del país amenazado y al volver lo habían absuelto".
Por si fuera poco recientemente el Departamento de Estado de E.U., en un documento desclasificado, lo sindicó de haber permitido y colaborado con grupos paramilitares. Mientras sus enemigos morían, como Gacha o Yesid Nieto, Carranza se consolidó como empresario, el gran exportador de esmeraldas del país y ganadero: se convirtió en un hombre multimillonario. Incluso se codeó con políticos, reinas, monseñores y empresarios.
Su capacidad para escapar a la muerte fue casi un mito. Sobrevivió a un atentado contra su empresa Tecminas en Bogotá, en 1989. En marzo de 2010 y en julio de 2009 se salvó de dos atentados de película que le hicieron en carreteras del Meta, en los que atacaron los vehículos con fusiles, granadas y rockets. Tres de sus escoltas salieron heridos, mientras Carranza, disparando su arma a los 74 años, escapó ileso.
Así quedó demostrado de nuevo ayer tras su muerte a las 11:45 a.m. en la Fundación Santa Fe, en Bogotá, donde permaneció tres semanas por causa de un cáncer de próstata.
Pronto se conoció un comunicado de los esmeralderos, en el que destacan su vida: "Nosotros los líderes y empresarios del gremio de las esmeraldas, lamentamos profundamente el deceso de nuestro gestor compañero y amigo".
Esa imagen de minero exitoso, que empezó a labrarse su futuro a pico en los socavones buscando esmeraldas en minas de Gachalá, de empresario generoso en Cundinamarca y Boyacá y generador de empleo, no la comparte otra parte del país.
La llamada "guerra verde" entre 1965 y 1990, que dejó más de cinco mil muertos, lo tuvo como protagonista. Según el libro "Víctor Carranza, alias El Patrón", del sacerdote jesuita Javier Giraldo y del congresista Iván Cepeda, Carranza salió fortalecido frente a esmeralderos rivales como Yesid Nieto y el mismo narcotraficante Gonzalo Rodríguez Gacha, alias "el Mexicano".
Incluso el pacto de paz se suscribió en 1990, en la sede de su empresa Tecminas, en Muzo. Desde entonces se empezó a vincular su nombre con algunos de los primeros grupos paramilitares en el país.
Según exparamilitares, en Meta y Vichada existió un grupo conocido como "los Carranceros". Luis Guillermo Pérez, abogado de un grupo de víctimas de paramilitares, aseguró que con la muerte de Víctor Carranza "las expectativas de justicia y reparación de las víctimas quedan en la impunidad total a pesar de decenas de testimonios que lo vinculan con la promoción del paramilitarismo en Colombia".
Sus líos judiciales
En agosto de 2010, mientras Carranza se movía en helicóptero o en vehículos blindados —con un séquito de escoltas bien armados— entre empresas y minas en Boyacá y Meta, su nombre volvía a sonar en los despachos judiciales. El viernes 13 de ese mes, en versión conjunta ante la Fiscalía, los exjefes paramilitares Daniel Rendón Herrera, alias "Don Mario"; Élkin Casarrubia, alias "el Cura"; Dúmar Guerrero, alias "Carecuchillo" y Manuel Pirabán, alias "Jorge Pirata", declararon que Carranza ayudó con su poder y dinero a conformar los grupos paramilitares en el Meta y Vichada.
Además, que hombres a su mando, conocidos como "los Carranceros", participaron junto a paramilitares enviados por Carlos y Vicente Castaño en masacres como la de Mapiripán, donde asesinaron a unas 60 personas en julio de 1997. "Vicente nos dijo que en Meta los financiaba era Víctor Carranza ", aseguró alias "el Cura", quien confesó que lideró a ‘paras’ de Urabá en esa masacre.
Alias "Don Mario" dijo en esa audiencia que en una avioneta de propiedad del esmeraldero, "La Rebeca", transportaban cocaína y también paramilitares heridos en combates con la guerrilla.
"Cartel en la justicia"
Jorge Molano, abogado del movimiento de víctimas del paramilitarismo, aseguró que los procesos que se adelantaron contra Víctor Carranza nunca llegaron a fondo porque "había un cartel dentro de la justicia que lo protegía y lo favorecía". "Conocemos que al rededor del caso de Víctor Carranza se hicieron amenazas a testigos, acciones indebidas de funcionarios judiciales, pérdidas de expedientes. Toda una maquinaria de impunidad. Incluso hemos recibido informaciones de cómo cuando una persona lo denunciaba en el Meta, en tiempo record él era informado de la denuncia que se estaba presentando", indicó Molano.
Pero en los últimos 20 años Carranza siempre negó todo tipo acusaciones. Aunque reconoció que se reunió con jefes paramilitares como alias "Don Mario", "el zar de las esmeraldas" repetía que "el poder mío es que tengo unos pesos, ganados con el sudor de mi frente. Así se lo he dicho a los paramilitares y a la guerrilla: yo no les suelto un peso porque lo mío es mío".
Uno de los fiscales que lo investigó en 1998 por el caso que lo envió a prisión por tres años (1998-2001) fue Virgilio Hernández, quien señaló a este diario en 2010 que "había pruebas que demostraban que Carranza conformó grupos paramilitares. Pero salí del país amenazado y al volver lo habían absuelto".
Por si fuera poco recientemente el Departamento de Estado de E.U., en un documento desclasificado, lo sindicó de haber permitido y colaborado con grupos paramilitares. Mientras sus enemigos morían, como Gacha o Yesid Nieto, Carranza se consolidó como empresario, el gran exportador de esmeraldas del país y ganadero: se convirtió en un hombre multimillonario. Incluso se codeó con políticos, reinas, monseñores y empresarios.
Su capacidad para escapar a la muerte fue casi un mito. Sobrevivió a un atentado contra su empresa Tecminas en Bogotá, en 1989. En marzo de 2010 y en julio de 2009 se salvó de dos atentados de película que le hicieron en carreteras del Meta, en los que atacaron los vehículos con fusiles, granadas y rockets. Tres de sus escoltas salieron heridos, mientras Carranza, disparando su arma a los 74 años, escapó ileso.
Pecador que se equivocó en algunas cosas
MONS. HÉCTOR GUTIÉRREZ Obispo de Engativá (Bogotá)
Colprensa
¿Cómo recuerda a Víctor Carranza?“Me acerqué a él, porque yo era su obispo, él era mi oveja, la busqué y la encontré, entonces puedo afirmar que era un hombre que creía en Dios y trabajaba por toda la comunidad”.¿Cómo era Carranza en su vida cotidiana?“Era un campesino, no era un hombre culto, no fue a la universidad o al colegio. Él se educó en la universidad de la vida. Era un hombre que hablaba con solvencia de política y finanzas. Un caballero, un hombre honrado. Tuvo los pecados propios de algunos hombres, pero siempre buscó a Dios”.
¿Era muy religioso?“Esa fue la razón por la cual, cuando se sintió mal, me llamó para confesarse y para que le aplicara la extrema unción. Quería a la Virgen y nunca se avergonzó de su fe”.
¿Qué recuerda de la labor de Carranza con los esmeralderos?“Él siempre rechazó varias cosas. Nunca quiso seguir los pasos de los paramilitares, tampoco de la guerrilla. Siempre, desde que yo lo conocí, fue un defensor ardiente de la paz. Parte de las campañas de paz que se hicieron en Boyacá, tuvieron el apoyo de Carranza. Es una realidad que nunca se podrá poner en tela de juicio”.
Pero a Carranza lo vinculan con hechos violentos, ¿qué sabe de eso?“De Víctor Carranza han dicho muchas cosas. Yo no voy a desconocer que era un hombre pecador y que se equivocó en algunas cosas. Pero cuando Dios le tocó el corazón, retornó a un espíritu sereno”.
Usted estuvo con él hace tres días, ¿cómo fueron esos momentos?“Estaba muy enfermo y muy adolorido, pero siempre con la esperanza de vida, siempre en manos de Dios. Eso lo decía con frecuencia. Él insistió mucho en la paz, en la legalidad de las empresas, en ética en el trabajo y en el servicio a la comunidad”.
CRONOLOGÍA
DE MINERO DE SOCAVÓN A CONTROVERTIDO ZAR DE LAS ESMERALDAS
1935Víctor Carranza nació el 8 de octubre de 1935 en Guateque, municipio de Boyacá. Estudió hasta la primaria y desde adolescente empezó a trabajar en las minas de esmeraldas de Boyacá.
1965-1990Como dueño de minas de esmeraldas en Cundinamarca y Boyacá, sobrevivió a la llamada “guerra verde” entre familias de esmeralderos. Ese ciclo de violencia dejó más de cinco mil muertos.
1990Fue en la sede de su empresa Tecminas, en el municipio de Muzo, donde se firmó el pacto de paz entre los esmeralderos para poner fin a los enfrentamientos entre los dueños de las minas.
1998Entre 1998 y 2001 estuvo en prisión sindicado del asesinato de dos personas vinculadas con un narcotraficante y esmeraldero. Fue absuelto por ese caso en 2004 por el Tribunal de Bogotá.
2009El 4 de julio de 2009 y marzo de 2010 se salvó de dos atentados en carreteras del Meta. En el segundo ataque su vehículo fue atacado con un rocket. Tres escoltas heridos. Carranza salió ileso.
2011Carranza era dueño de la esmeralda más grande del mundo, de once mil quilates (cinco libras de peso), que dio a conocer por primera vez en 2011. También tenía la más valiosa.
<< Inicio