miércoles, 16 de abril de 2014

MATA UNA METAFORA. La Columna de Armando Orozco Tovar

COLUMNISTA INVITADO
ElCIBERECO . Buenaventura Col.      
15 abril 2014  

MATA: UNA METÁFORA DE LA REALIDAD

 Por Armando Orozco Tovar 

Armando Orozco Tovar
Los que llegamos y superamos el séptimo piso de edad, recordamos aún cómo era la Bogotá colonial y católica de los años cuarenta, donde sólo se oía por sus calles el tañir de las campanas de las iglesias, levantadas por el curato español desde el siglo XVI. 
 
Qué mejor manera de acercarse a aquella época (si el sueño no nos mata) a esos tiempos antiguos, que encender el televisor para ver  el Doctor Mata.
Hace días comenzó esta nostalgia seriada por TV. La cual para muchos incluyendo las gentes llegadas a montones al páramo de otros lugares… o “La nevera” como la llamaban los costeños, y los jóvenes.
 
Es como con fidelidad se muestran costumbres y aconteceres de otra parte, seguramente similares a Madrid en España. Los bogotanos o “cachacos” no se parecían a nadie en el contexto latinoamericano una urbe rara: Ni La Paz, ni Buenos Aires…Tampoco se le asemejaban Santiago, Lima, o Caracas.
En realidad se pudo con esta producción recrear el pasado y paisaje, ocurrido hace setenta años con sus auténticos personajes de ciudad y campo: mestizaje, vestimentas, trajes, maneras de  hablar y decir. La simulada elegancia inglesa de las clases altas, con sus ademanes hipócritas como una reconocida característica.
“No se arriendan piezas a personas con hijos o animales. Ni a costeños o negros.” Rezaban los avisos de las pensiones, lugares únicos para habitar, puesto que aún no existían como los de ahora apartamentos o casas.  Estas sólo eran para familias adineradas.
Bogotá  el poblacho cambiado de pronto por el cruento bogotazo era cuna de intolerancias y discriminaciones sociales y raciales sin nombre. Una aristocracia con un pueblo idiotizado por la religión, el hambre y la politiquería,  que veía y oía pasar las marchas de los “Camisas Pardas” de saludo hitleriano.
 
Y a los poetas fascistas camisas negras, acometiendo versos y sonetos dedicados al dictador español, que diez años antes arrasó  con la vida y la decencia de un pueblo.
 
También en este poblacho grande de medio millón de habitantes hacía un frío glacial, porque hay que ver las fotos de los tranvías atestados con hombres de gabardina, y gruesos abrigos de paño inglés y ruanas de lana de cordero. Pero  nadie perecía de calor dentro del calentamiento global del transporte bogotano.
En dicha producción sale Jorge Eliecer Gaitán y se muestra la “Marcha del Silencio”, celebrada por él, el 7 de enero del 48. Esta conglomeración en la Plaza de Bolívar, fue convocada a los tres meses exactos antes de su asesinato.
El populista habló por último momento frente a una multitud de cien mil personas. Jorge Eliecer en aquella ocasión dijo: …”Impida, señor (se refería al presidente Ospina Pérez... qué pereza.) la violencia. Queremos la defensa de la vida humana que es lo que puede pedir un pueblo. En vez de esta fuerza ciega desatada, debemos aprovechar la capacidad de trabajo del pueblo para beneficio del progreso de colombia.”…
Pareciera que recuerde la telenovela situaciones que todavía ocurren. Es como si  este país  avanzara hacia ninguna parte, trepadas sus gentes en una bicicleta estática. En el aparte del discurso gaitanista escogido está la última perorata reeleccionista. Setenta años después del bogotazo el candidato presidencial dice lo mismo: … “Cuando llegue la paz debemos aprovechar la capacidad productiva del colombiano.” Y ni se diga del personaje que representa en la obra al juez, porque cualquier parecido con el  procurador de marras, no es pura coincidencia.
 
Las damas de sociedad, el monseñor, el cura de pueblo, el notario, el político, el policía, el detective alcohólico, la campesina  avisada, que como fámula de la casa de ricos es aprovechada por el patrón, (no en este caso) y votada a la calle un día sin prestaciones de ninguna clase, para terminar de puta en la que después fuera  la Calle cartuchera.
¿Será el personaje Doctor Mata de ficción pero también de la realidad. Un asesino de sus ricas víctimas para robarle sus propiedades, una metáfora sin duda de la oligarquía terrateniente y financiera y el curato, los cuales arrebataron violentamente las tierras a los indígenas y campesinos criollos en siglos. Un robo generador de la perpetua guerra social, que llega en Colombia hasta nuestros días?
Alegría de Pío. / Abril 15 del 2014/ 10:00A.M