sábado, 1 de noviembre de 2014

Lectura para el Domingo . 5 COLUMNISTAS DE LA "SEMANA"...

Las huellas imborrables

Uribe dice que en su gobierno jamás se usaron recursos públicos para congraciarse con las FARC. Una serie de comunicaciones prueba lo contrario.
 
 
Las huellas imborrables Foto: John Caslon

Las últimas semanas no han sido buenas para el senador Álvaro Uribe. En tantos años de inconsistencias no había tenido que someterse a la elemental prueba de enfrentar sus propias palabras y documentos. Los archivos de sus acciones y declaraciones han empezado a contradecirlo mejor que cualquiera de sus adversarios.

El senador Uribe, en trance de condenar el actual proceso de paz, ha dicho que los terroristas de las Farc no deben ser elegibles para llegar al Congreso. Incluso la semana pasada publicó uno de sus trinos sosteniendo: “Cuando nosotros propusimos que desmovilizados pudieran ser elegibles era solamente para delito político como lo disponía la CN, modificada”. (Ver trino)

Desafortunadamente, para él, existe una grabación en video del 3 de octubre de 2006, donde sostiene exactamente lo contrario:

“Si un acuerdo de paz exige que vayan al Congreso, eso hay que removerlo, ese obstáculo seguramente habrá que removerlo con una norma constitucional. Por ejemplo, la Ley de Justicia y Paz nunca pretendió alterar lo que hay en el ordenamiento jurídico, que prohíbe la amnistía y el indulto para los delitos atroces, seguramente en un acuerdo con las guerrillas eso habrá que llevarlo al texto constitucional y seguramente y eso hay que anticipárselo al país, los paramilitares pedirían que se les extienda, por principio de favorabilidad, el beneficio que conceda esa norma constitucional”. (Ver video)

Es decir hace ocho años, cuando Álvaro Uribe era el presidente y mantenía contactos secretos con las Farc, a través del mediador Henry Acosta Patiño, consideraba admisible y natural que –al final de un eventual proceso de paz– se cambiara la Constitución para que los guerrilleros, condenados por delitos distintos a los políticos, pudieran ser congresistas y de paso también los paramilitares. Si no lo cree devuélvase un párrafo.

El senador Uribe también ha dicho, insistentemente, que la oferta de diálogo a las Farc siempre la hizo con “inamovibles”. Asegura que “las gestiones de paz en mi gobierno siempre se adelantaron bajo los inamovibles”. (Ver trino)

Sin embargo, las dos comunicaciones enviadas como “cartas-borrador” del gobierno Uribe a las Farc no mencionan tales inamovibles.

En la primera carta dirigida a Pablo Catatumbo el 27 de agosto de 2006, no aparece la palabra inamovible. Solo ofrece: “Desmilitarizar una zona”, discutir “la extradición de miembros de las Farc” y viabilizar un “cese de hostilidades con reciprocidad gubernamental”. (Ver primera "carta borrador")

En la segunda “carta borrador” tampoco hay inamovibles. Todo lo contrario, el gobierno Uribe ofreció incluso mover la sede presidencial al Valle del Cauca si las Farc aceptan un cese de hostilidades que de antemano concedieron como bilateral: “Si se suspenden hostilidades por fuera de ese territorio, a lo cual respondería el gobierno con reciprocidad, trasladándose el presidente de la República en persona al Valle del Cauca, durante el tiempo que dure el proceso de diálogo para garantizar su éxito”. (Ver segunda "carta borrador")

Sostiene el senador Uribe que la contratación de su gobierno fue rigurosa y que jamás se usaron recursos públicos para congraciarse con las Farc.

La prueba de lo contrario está en una serie de comunicaciones interceptadas legalmente por orden de la fiscal novena contra el terrorismo. Uno de los teléfonos intervenidos era el del mediador Henry Acosta Patiño, dentro de una investigación sobre una supuesta red de apoyo a las Farc.

En una de esas conversaciones, el alto comisionado para la Paz Luis Carlos Restrepo habla con el señor Acosta. El funcionario ofrece repetidamente desembolsar recursos públicos: “Aquí necesitamos una medida rápida de generación de confianza”. El mismo Restrepo establece cuál es el motivo de tanto interés: “Bueno, yo lo que quiero es ganarme el crédito. Que se sepa, mire que hay tanta voluntad de este lado, que de una vez el comisionado en persona se puso al frente…y de una vez, traque, Mandrake”. (Ver video de la conversación)

Tampoco hubo rigor. En otra conversación de esos días, Luis Carlos Restrepo le dice al señor Acosta “Yo tengo entendido que tú tienes alguna urgencia para algunas cosas, unas casas o unos cerdos o algo así”. Ante la respuesta afirmativa del mediador, el alto funcionario encuentra la solución usando recursos de los contribuyentes “Para unos marranos y ta, ta, ta. Entonces ya ubiqué un fondo de inversión de proyectos productivos, pero podemos sacar eso”. (Ver video de la otra conversación)

Sin importar las pruebas, el senador Uribe lo seguirá negando. Probablemente, las tercas pruebas sigan apareciendo.

El facilitador que nadie conocía

El facilitador que nadie conocía La obsesIón de Henry Acosta porque este país tenga paz y sea más equitativo no lo convierte en un hombre cuestionable, sino en un hombre sensato.
El facilitador que nadie conocía Foto: Guillermo Torres - Semana

La semana pasada salió a la luz pública el nombre de Henry Acosta en una columna de Daniel Coronell. En ella aparece como un enlace entre Uribe y las Farc a través del cual ese gobierno canalizó dineros con el propósito de ambientar un despeje que estuvo a punto de darse en los municipios de Florida y Pradera.

La columna tiene el mérito de refrescarle al expresidente Uribe un episodio que ahora no quiere recordar y de manera deliberada: el de que en su gobierno fue tal el interés por abrir un diálogo con las Farc, que se llegó incluso a aceptar un despeje de unos municipios, una exigencia que ni siquiera se le ha pasado por la cabeza al gobierno Santos.  Sin embargo, creo que Daniel se apresuró al poner a Henry Acosta en su relato como un personaje cuestionable que sirve de puente para darle un dinero a las Farc.

Conozco a Henry Acosta desde hace un tiempo y puedo dar fe que su papel en esas negociaciones las cuales se dieron durante el gobierno Uribe no fue el de un testaferro de las Farc, y por el contrario su labor callada en pro de la paz fue clave para impulsar el proceso que hoy adelanta Juan Manuel Santos. Sería injusto con él y su mujer Julieta, quien también ha sido soldado de la misma causa, que su labor por abrirle camino a la paz termine siendo distorsionada.

Pero además, Henry Acosta está en contra de la lucha armada y  no cree que esa sea la forma de cambiar las cosas en este país. Tampoco es un hombre de izquierda, como muchos pensarían. Yo diría que es más bien un liberal romántico de esos que piensan que este país debe salir de la guerra y que todos debemos poner nuestro grano de arena. Tampoco ha sido uribista ni fue funcionario de ese gobierno. Por cuenta de su amistad con el entonces senador Carlos Barragán, padre de uno de los diputados del Valle que secuestró las Farc,  terminó convirtiéndose en facilitador entre el gobierno de Uribe y las Farc. Un día, Barragán llamó a Luis Carlos Restrepo a decirle que había encontrado a un personaje que los podía ayudar a liberar a los diputados secuestrados.

Así fue como Henry conoció a Luis Carlos Restrepo, quien lo autorizó desde ese mismo año como facilitador entre el gobierno y las Farc. (Ver documento)

Henry Acosta servía de facilitador porque conocía a Pablo Catatumbo. Los medios han dicho erróneamente que se conocieron en la universidad, y no es cierto. Se conocieron en 2002.  En ese año Henry Acosta fue al pueblo de Barragán alto a conocer un proyecto para desplazados cuando trabajaba en el fondo de solidaridad del Valle. Llegando en su carro al lugar se topó con un retén de las Farc y tuvo que verse cara a cara con Pablo Catatumbo.

Tampoco es cierto que sea un gran empresario como lo han perfilado algunos medios. Ha trabajado sí en varias empresas: fue director de la Fundación Coomeva, fue gerente central de las cooperativas de caficultores durante 15 años y antes de eso fue funcionario de la FAO en América Latina y de la OIT en Europa y en África. Y su primer cargo público fue el de secretario de Desarrollo Comunitario de Carlos Holmes Trujillo durante su Alcaldía de Cali. Más que economista, Henry Acosta es un experto en cooperativismo y no se especializó en la Unión Soviética  sino en Israel y en Alemania.

Cuando fue nombrado en la Secretaría de Desarrollo Social en la Gobernación de Angelino, empezó a comprender la necesidad de hacer proyectos en la cordillera, pero no por presión de las Farc, sino porque consideraba que era el deber del Estado ante tanto abandono. Por eso, cuando lo llamó Uribe lo nombró facilitador y le habló de la necesidad de hacer proyectos agrícolas en la cordillera. Él estaba ya sintonizado con la idea y aceptó el desafío sin pensar en nada más. En total  se realizaron diez proyectos de desarrollo agrícola en la zona. Y los beneficiarios no fueron las Farc como lo afirma el senador Benedetti –el mismo que ayer fue uribista y que hoy es furibundo santista–, sino cerca de 850 familias que habitaban la alta cordillera oriental. Los contratos pasaron por la revisión de la Contraloría y tuvieron el visto bueno.
Su obsesión porque este país tenga paz y sea más equitativo no lo convierte en un hombre cuestionable, sino en un hombre sensato. Y lo que deberíamos hacer con hombres como Henry Acosta es agradecerles que pongan su vida al servicio de la paz en lugar de distorsionar sus aportes a la sociedad.

El destino de Yahir Acuña

Doce parlamentarios tendrían compromisos con este jefe político que acaba de renunciar a su curul para aspirar a la Gobernación del departamento de Sucre.
 
 
El destino de Yahir Acuña                                        
El destino de Yahir Acuña Foto: Guillermo Torres - Semana
En el departamento de Sucre hay apuestas sobre el destino de Yahir Acuña. Algunos lo dan como seguro gobernador y otros piensan que muy pronto irá a la cárcel. Las dos cosas son posibles. El poder acumulado por Acuña lo puede llevar fácilmente a presidir los destinos de las tierras sucreñas; pero la impresionante trama de relaciones y acuerdos con personas procesadas y condenadas por delitos que van desde corrupción y narcotráfico hasta desplazamiento forzado y masacres pueden llevarlo a la prisión. La acusación más directa ha venido del jefe de las autodefensas Edward Felipe Cobos, alias Diego Vecino, quien, en una de las audiencias de Justicia y Paz, lo señaló como su aliado.

Yahir Acuña es un caso especial, muy especial. De familia pobre y de raza negra, en uno de los departamentos más clasistas y discriminadores, a sus 34 años, ha realizado una carrera política meteórica. Si las virtudes fueran una inteligencia excepcional, un notorio carisma y un repertorio de ideas para resolver los problemas de la región y el país, su vida sería digna de los mayores elogios, digna de un verdadero pedestal en la política colombiana.

Pero desafortunadamente no han sido esas las habilidades y esos los méritos. Sus armas han sido la astucia y la completa falta de escrúpulos. Se hizo líder estudiantil con el auspicio de Salvador Arana, un gobernador que terminó condenado por el asesinato del exalcalde de El Roble Eudaldo León Díaz. Saltó a concejal de Sincelejo y a diputado con el aval de Apertura Liberal, uno de los partidos de la parapolítica y de la mano de Álvaro García Romero, el senador que recibió la condena de 40 años como determinador de la masacre de Macayepo.

No se quedó ahí. A mitad de periodo en la Asamblea Departamental renunció para lanzarse a la Cámara de Representantes en el periodo 2010 a 2014 con el apoyo de Enilse López, alias la Gata, de quien había sido su férreo defensor en tiempos en que fungía como diputado. Su cobijo en ese momento era el Partido de Integración Nacional (PIN), liderado por Carlos Martínez Sinisterra y Luis Alberto Gil, pero debido a los graves escándalos que acosaban a este agrupamiento decidió a última hora utilizar la organización Afrovides y presentarse como candidato de las negritudes obteniendo 40.000 votos en su elección. Había aprovechado todas esas relaciones teñidas de ilegalidad para mover grandes sumas de dinero y para hacerse elegir y luego aprovechó su presencia en el Congreso para entrar a saco en las regalías de varios municipios costeros y en los cupos indicativos. En cuentas rápidas tuvo acceso a más de 90.000 millones de pesos de regalías y mermelada.

Con estas relaciones y estos dineros logró su mayor hazaña en las pasadas elecciones a Congreso. Cambió el nombre de Afrovides por el de Cien por Ciento Colombia y conquistó, bajo esa sigla, 126.097 votos en Sucre y dos representantes a la Cámara. También obtuvo representación en Casanare. A la vez estuvo detrás de la elección de María del Socorro Bustamante y Moisés Orozco a nombre de la Fundación Ébano Colombia y en representación de las comunidades negras. Para coronar el éxito les puso votos numerosos a siete candidatos al Senado que salieron elegidos. El récord es impresionante. Doce parlamentarios tendrían compromisos con este jefe político que acaba de renunciar a su curul para aspirar a la Gobernación del departamento de Sucre. No es menor la deuda del presidente Santos por los votos que recibió en esa incierta y compleja segunda vuelta.

¡Pobre Sucre! En las elecciones de 2011 se vio forzado a votar por Julio César Guerra Tulena, reputado clientelista, anciano de 80 años, afectado por el mal de Alzheimer, para impedir que llegara un candidato directamente vinculado a las mafias. Resultó que no había tal independencia de Guerra Tulena y ahora este gobernador cumple una sanción de ocho meses y está siendo indagado por la concesión irregular del juego del chance a una empresa de la Gata.

Pues bien, el reto en las elecciones de 2015 será mayor. Al momento parece un imposible derrotar a Acuña por la gran bolsa de dineros que mueve y por los apoyos decisivos que tiene. Si la Justicia no actúa, solo una masiva rebelión electoral de la población puede detener a este candidato y en eso cumplirán un papel clave los medios de comunicación del país.

La lengua bífida

Así funciona la retórica uribista: sacando inferencia tras inferencia de premisas falsas.
 
 
La lengua bífida La lengua bífida Foto: León Darío Peláez - Semana

El senador Álvaro Uribe y su circo de marionetas amaestradas tienen dos métodos para imponer sus verdades, es decir, sus mentiras. El primero, largamente refinado por Uribe en sus ocho años de gobierno, es el de eludir la pregunta formulada o el asunto en cuestión hablando de otra cosa. Esa figura se llama non sequitur. El otro es la mentira pura y simple. Para decirlo en el contralenguaje uribista: la mentira “frentera”.

Y aprendieron del ministro nazi de Propaganda, Joseph Goebbels, que una mentira repetida cien veces se convierte en verdad. Es la misma técnica con la que consiguió el dirigente conservador Laureano Gómez incendiar la República hace setenta años, y un buen ejemplo de ella es su famosa y falsa afirmación de que el Partido Liberal guardaba “un millón ochocientos mil cédulas falsas” que le servirían para ganar las elecciones.

El uribismo anda en estos días dando una demostración de su lengua bífida con las 68 refutaciones a los borradores de los acuerdos de La Habana publicados hace unas pocas semanas. Son 68 tergiversaciones, o mentiras descaradas, que con su habitual ambigüedad semántica los uribistas llaman: “capitulaciones”, sin aclarar en cuál de sus sentidos usan la palabra: si en el de que el gobierno de Santos ha capitulado ante las Farc, es decir, se ha rendido ante ellas; o si en el más burocrático de que uno y otras han establecido las condiciones de un contrato, como en el caso de las capitulaciones matrimoniales; o si, en fin, en el  que el diccionario de María Moliner advierte como “poco frecuente”: el de “hacer cargos a alguien por faltas o delitos cometidos en el ejercicio de su empleo”. A veces quieren decir lo uno, a veces lo otro, según les convenga. Ese es su estilo. Dan por hecho de antemano que las Farc no van a cumplir sus compromisos, tal como no cumplieron  los paramilitares ante el gobierno de Uribe, ni el gobierno de Uribe ante los paramilitares. Dan por hecho que convertidas a la política sin armas, las Farc seguirán intimidando con sus armas para conseguir votos. Dan por hecho que seguirán narcotraficando, aunque se comprometan a no hacerlo. Más aún: señalan, como prueba fehaciente de ese engaño que vaticinan, el hecho de que las Farc no hayan cumplido todavía lo que todavía no  han firmado. Y a toda posible salida del laberinto interponen como exigencia previa sus llamados “inamovibles”: la rendición pura y simple del grupo guerrillero. Sin condiciones: es decir, sin capitulaciones. Que son, según la primera acepción que le da a la palabra el diccionario, las condiciones que se estipulan en el trato con el enemigo para la rendición.

Pero veámoslo en la versión del ventrílocuo supremo, el senador Uribe, de acuerdo con la entrevista que le dio el domingo pasado a la directora de El Colombiano de Medellín, Martha Ortiz Gómez.

Uribe empieza por definir la historia de las últimas décadas acudiendo al concepto machaconamente reiterado por su asesor José Obdulio Gaviria: En Colombia no hay conflicto armado. “Aquí lo que ha habido –dice– es un narcoterrorismo contra una democracia”. De donde deduce que “la paz en una democracia no puede ser sobre la base de negociar la agenda nacional con el terrorismo”. De ahí llega “a la conclusión (de) que pretenden expropiar 20 millones de hectáreas. (…) Ya un funcionario del gobierno ha dicho que la cuota inicial sería de 6 millones de hectáreas”. Y concluye; “Empiezan con la tierra y después seguirán con otros sectores de la economía. Eso se parece mucho a lo que hicieron Castro y Chávez”.

Así funciona la retórica uribista: sacando inferencia tras inferencia de premisas falsas. Otra más es la que “las Farc es el principal cartel de cocaína del mundo y el gobierno ahora lo elige en la calidad de diseñador de la política antidroga”. Y otra (hay al menos una por párrafo), la de que lo vuelva también “el diseñador de la democracia colombiana”. Y la de que “ha acordado con las Farc unas circunscripciones políticas especiales donde solamente podrán presentarse candidatos de las Farc”. Asegura que su alto comisionado de Paz, hoy prófugo, “fue el artífice (de) que gracias a la política  de seguridad democrática se hubieran desmovilizado 52 mil terroristas”.  Ya van 52 mil. Yo recuerdo que cuando el gobierno de Uribe propuso su primera versión de la Ley de Justicia y Paz los narcoparamilitares era diez mil, y que a estos a quienes hoy llama “terroristas” les reconocía entonces el tratamiento de delincuentes políticos. Y se hace una pregunta retórica: “¿Qué democracia en el mundo, negociando con terroristas, aceptaría dialogar mientras sigan en esa orgía criminal?”. Si mirara en torno – hacia el Oriente Medio, por ejemplo, y las muchas democracias occidentales allá empantanadas–, se respondería con la verdad secreta: todas. (O por lo menos esas muchas). No se negocia la paz cuando se está en paz, sino cuando se está en guerra.

Ya llegando al final de la entrevista  –en la cual se ha dado el lujo de no contestar ninguna de las preguntas, saliéndose siempre por la tangente–, el senador Uribe le lanza una flor a su Centro Democrático: “Es la primera vez que Colombia, dentro del establecimiento democrático, tiene oposición”.

Se nota que no ha leído ni los más elementales textos de historia de Colombia. 

Una terapia de pareja entre Uribe y Santos

Una terapia de pareja entre Uribe y Santos
"Señores presidentes: soy la doctora Nader y me manda el país entero para ayudar a que se reconcilien..."
Una terapia de pareja entre Uribe y Santos Foto: Guillermo Torres - Semana

_Señores presidentes: soy la doctora Nader y me manda el país entero para ayudar a que se reconcilien...

– ¿Nader? ¿Sos algo de mi amigo Carlos? ¿Sigue libre? ¡Me lo saludás!

– El de ustedes era un matrimonio muy sólido… ¿Qué les pasó? A ver, papá Álvaro, comencemos por ti: ¿ya no quieres a Juan Mamá?

– Otra pregunta, amiga terapista. Otra pregunta.

– Entonces tú, Juan Mamá: ¿qué es lo que pasa?

– Es que Álvaro cree que lo traicioné, pero yo no he traicionado a nadie…

– Ja, mirame a este… ¡Si vos no me cuidastes los huevitos!

– Si quieren después pasamos a la parte sexual, pero por ahora indaguemos en este sentimiento: ¿es verdad que tú lo traicionaste, Juan mamá?

– No, no: yo solo cambié de posición, pero es que solo los imbéciles no cambian de posición.

–¿O sea que Roy Barreas es Einstein o qué, so gran m…?

– ¡Por favor, sin insultos! A ver, Juan Mamá: sigue hablando…

– Yo he tratado de contentarme con Álvaro, pero él no quiere.

– ¡Qué tal! Te largás con la moza castrochavista ¿y querés que te perdone? ¡Si ahora sos íntima de Maduro, descarada!

– ¿Pero acaso crees que te voy a cambiar por un caudillo tropical que grita como loco? Si para eso te tengo a ti, tontito… Ven más bien y démonos un abrazo.

– Tocame y lo verás, te voy es dando en la cara m…

– Démonos uno chiquito, al menos, un abrazo de osito… De Osito Escobar.

– Vos me traicionastes, ¡canalla!

– Álvaro, no seas tan duro conmigo.. Yo también podría quejarme de ti, pero quiero que arreglemos las cosas…

– Ja, oíme a este…

– A ver, suéltalo, Juan mamá: que tienes por decirle a Álvaro.

– Él ya no me toca.

– Es que ya no me gustás…

– ¿Ve, doctora? Es muy hiriente… Antes vivía cargado de tigre, pero ahora nada de nada…

– ¿Y eso, Álvaro? ¿La culebrita ya no está viva?

– Con este prefiero aplazar el gustico…

– ¿Y por qué no rompen la rutina? ¡Úntense mermelada! ¡Utilicen disfraces!

– A Álvaro yo solo le gusto cuando me disfrazo de uribista, como hace cuatro años.

– A ver, pero ahora oigamos a Álvaro: ¿el sexo cómo está?

– Sigo siendo varón.

– Pero, digo… ¿hay deseo?

– Lo que yo deseo es que a este canalla le vaya muy mal, así al país también, no me importa…

– Pero no se dejen llevar por ese dolor… En toda relación hay altibajos, no sean bobitos ambos… ¡Oigan a su corazón!

– Este no tiene, amiga terapista: yo puse al hacker de mi afecto a interceptarle el corazón y no lo encontró.

– Óiganme los dos: el amor es como el Palacio de Justicia: donde hubo fuego, cenizas quedan: ¿por qué no lo intentan de nuevo? ¡Solo se vive una vez: ¡ámense!

– Yo le jalo, Álvaro. Y puedo grabar en una tabla que no volveré a traicionarte. En la misma en que dije que no subiría los impuestos.

– Es que vos creés que el amor es esfuercito de caballo discapacitado, y eso me duele.

– A ver, qué tal si ambos empiezan a reconquistarse… Tú, Álvaro: ¿qué pasa si un día sorprendes a Juan Mamá con una serenata, por ejemplo?…

– ¿De tuna?

– O de Jorge Oñate, que te daría descuento... Y tú, Juan Mamá: ¿qué tal si sorprendes a Álvaro con un detalle: una bomba plateada, un potro castrado?

– Él ya tiene muchos animales…

– ¿O qué tal un viaje romántico para revivir ese amor?

– Ja, este me termina llevando a La Habana.

– Y tú a tu finca de Montería, Álvaro, a oler boñiga.

– Por favor, ¡piensen en los niños! ¡Piensen en todo lo que compartieron!

– …

– …

– ¿Te acuerdas cuando estalló el escándalo de los falsos positivos que destituimos a todo el mundo menos a nosotros?

– Jeje, sí… Eso fue charro…

– ¿Y qué tal cuando te pedí la mano y me diste la de Iván Ríos?

– Jaja, sí… ¿Y vos te acordás cuando violamos la frontera ecuatoriana y tiramos bombas?

– Jajaja, no me hagas acordar de eso, que me da risa.

– Jajaja, esa cara de Correa…

– Jajaja.

– Pero mucha risita y ahora te amistastes con él, ¡sinvergüenza!…

– Pero es algo pasajero, Álvaro, y lo sabes…

– ¡Pasajero mi papá en la avioneta de Tranquilandia!: venite y sé varón, ¡canalla!

– ¡Rufián de barrio!

– ¡Traidor!

– ¡Nazi!

– ¡Derrochón!

– Bueno, bueno, calma, señores, no se insulten más: ¿qué tal si hacemos que ese resentimiento aparezca vestido de guerrillero en Soacha y se vuelven a amar?

– Envidioso, Álvaro Obdulio, eso eres tú: un envidioso… Si el proceso de paz es tuyo, todo está perfecto; pero si lo hago yo, quién dijo miedo… que comunista, que castrochavista… lo boicoteas… filtras los viajes a Cuba… ¡Estás violando la ley de inteligencia! ¡Ni que fueras mi primo Pacho!

– Oístes: yo ya no siento amor. Eso es lo que pasa.

– ¿El tal amor no existe?

– No, presidente Santos: ya no me movés la aguja. Lo mejor es que hagamos capitulaciones. Yo hago 52 que pueden ser más.

– Eso, Álvaro, muy bonito: ¡entonces no luches por la relación y empaca las maletas!

– Ya las empaqué: el senador Cabrales ahora las recoge…

– ¡Calma, señores, dense una oportunidad!: “la voluntad es más potente que la energía atómica”.

– Oistes, ¿eso quién lo dijo?

– Ya no sé si Einstein o Roy Barreras.