Los desgreños que escondía Interbolsa
Rodrigo Jaramillo, el destituido
presidente de Interbolsa.
Foto: Archivo EL
TIEMPO
La contabilidad no aparece, tiene 22 demandas y pasivos cuatro veces superiores a su patrimonio.
El desorden y el deterioro económico que la Superintendencia de Sociedades encontró en Interbolsa S. A. llevaron esta semana al Gobierno a decretar su liquidación judicial inmediata, ante la imposibilidad de salvarla a través de una reestructuración. (Lea: Así se llegó a la orden de liquidación del Grupo InterBolsa).
La decisión de 'sepultar' al otrora poderoso grupo se fundamenta en decenas
de hallazgos, que dejaron en evidencia un manejo irregular, que se venía
registrando mucho antes de que su comisionista se declarara ilíquida.
De hecho, a pesar de los insistentes requerimientos de las
autoridades, los administradores de Interbolsa S. A. no han entregado su
contabilidad, como tampoco el inventario de activos y pasivos. (Lea: InterBolsa S.A. pasará a liquidación).
Por eso, se les prohibió a los administradores, asociados y controlantes del
grupo disponer de cualquier bien o realizar pagos o arreglos, so pena de
denunciarlos penalmente.
También se ordenó el embargo y secuestro de todos los bienes, haberes y
derechos de propiedad de la sociedad.
Le deben hasta al
abogado
Además, la Superintendencia de Sociedades (encabezada por Luis Guillermo
Vélez) acaba de nombrar a un experto en este tipo de marañas para que se
encargue de liquidarla.
Se trata de Pablo Muñoz Gómez, el mismo que disolvió al polémico Grupo Nule,
cuyas cabezas hoy están tras la rejas.
EL TIEMPO tuvo acceso a varios de los documentos en los que la Súper sustenta
la medida y estableció que, en menos de dos semanas, ya han aparecido 64
acreencias vencidas, detrás de las cuales vienen muchas más. Estas
tendrán que ser cubiertas con un patrimonio que, al menos en libros, no parece
muy alto.
"Registra un pasivo externo por 255.000 millones de pesos y un patrimonio que
alcanza la suma de 59.000 millones", se lee en uno de los informes oficiales,
que concluye que la sociedad "no está en capacidad de atender sus obligaciones
actuales ni futuras".
Paradójicamente, en la lista de acreedores está hasta la firma de abogados a
la que los Jaramillo -cabezas del grupo- acudieron para salir de los coletazos
legales de su quiebra.
A ellos les adeudan 54 millones de pesos. También les está cobrando la
empresa de leasing a través de la cual alquilaban sus lujosas oficinas, carros y
apartamentos, como El Nogal, exclusivo club al que pertenecían sus
directivos.
Adicionalmente, varios de sus 70 empleados, que quedaron en el aire, están
reclamando el pago de salarios atrasados y de bonificaciones por más de 100.000
millones de pesos que, como lo denunció EL TIEMPO, no figuran en libros.
Ese es uno de los principales huecos financieros, si se tiene en cuenta que
el 65 por ciento de los ingresos de Interbolsa se iban en pago de personal y
funcionamiento.
¿Cuentas
perdidas?
El lío es que la mayoría de los ejecutivos de la empresa evadían impuestos
-según la Dian, unos 4.000 millones de pesos- y es poco probable que reclamen
esas deudas ante el liquidador.
Las demandas son otro filón. Contra la sociedad cursan 22 procesos: 11
judiciales, 2 ordinarios laborales, una acción popular, 3 ordinarios, 2
administrativos, una nulidad, un restablecimiento del patrimonio y un laudo
arbitral.
A esos se suman las denuncias penales instauradas en el último mes contra sus
administradores y principales socios.
Y si bien hay un importante rubro de cuentas por cobrar (casi 90.000 millones
de pesos), el 80 por ciento pareciera irrecuperable.
Una de ellas, por 86.000 millones de pesos, está a cargo de Alejandro
Corridori y de otras compañías del italiano, respaldadas solo con pagarés y sin
garantías reales.
Corridori era el cliente estrella de la comisionista y, a su vez, el mismo
que la llevó a su iliquidez a través de los llamados 'repos' de Fabricato.
Además, en criterio de la Súper, el grupo tuvo una gran pérdida al haber
cedido, sin ninguna contraprestación, las carteras administradas por su Sociedad
Administradora de Inversiones (SAI), "generando pérdida total de valor en la
empresa y su consecuente repercusión en los estados financieros de Interbolsa S.
A.".
A ese panorama se une el desinterés de los accionistas en el futuro de la
empresa, hecho que se observó en la asistencia a las dos últimas asambleas, cuyo
quórum osciló entre el 10 y el 38 por ciento.
Hoy, ningún directivo quiere dar razón de qué fue lo que realmente pasó en
Interbolsa S. A. En todo caso, sus cabezas están citadas a la Fiscalía la
próxima semana.
'No les prometo
miel; el hueco es grande'
EL TIEMPO buscó al liquidador de Interbolsa S. A., Pablo Muñoz.
"No prometo miel. Había un diagnóstico malo y ahora es peor. La bondad que
les daba la reorganización no se dio y se concluye que el hueco es grande",
dijo.
UNIDAD INVESTIGATIVA
u.investigativa@eltiempo.com/ ELCIBERECOVIRTUAL.BLOGSPOT.COM
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