Matando la democracia. Una Coluimna de El país
El observador
Por: Luis Guillermo Restrepo Satizábal
Matando la democracia
Pasaron las elecciones y sus consecuencias ya se están viendo.
El ejemplo de lo que ocurrió el pasado 9 de marzo está en Buenaventura, donde todavía se sigue votando.
Allí se lleva a cabo un escrutinio que ya completa una semana y puede alterar el resultado, eliminando a Juan Fernando Reyes Kuri y eligiendo a Hernán Sinisterra, el candidato del senador Édison Delgado y de Bartolo Valencia, alcalde de esa ciudad.
Todos son liberales y deberían respetar las reglas de juego entre ellos.
Pero nada de eso es posible, y además de la amenaza, se ha hecho presente la falta de imparcialidad de la Registraduría y el intento de fraude.
Así lo demuestran los formularios E-14 que se suponen pruebas irrefutables. Al revisarlos se encuentran tachones, inconsistencias, espacios vacíos y alteraciones que perjudican a Reyes y benefician al candidato del alcalde y el senador.
Y se presentan hechos como el del martes pasado: un juez canta un acta en la cual aparecen dos votos por Sinisterra y nada hace sospechar de ella. Entonces un testigo pide abrir la bolsa y contar los tarjetones depositados. ¡Eureka! Aparecen 179 votos por Sinisterra. Es como si siguieran votando en los esteros y la Registraduría no lo supiera.
Esa realidad no es nueva. Y explica por qué sobrevive un sistema electoral desueto: simplemente es proclive al fraude y los expertos en la trampa son reconocidos como sabios de los procesos electorales.
O porqué se mantiene como Registrador Nacional del Estado Civil a un señor que desde su llegada es conocido por sus enredos. Basta recordar los problemas que han tenido las elecciones para alcalde de Cali, la última de las cuales ocasionó una investigación penal que duerme en la Fiscalía, protegida por los jefes y amigos del señor Carlos Ariel Sánchez.
Es que el que escruta elige. Pregunten cuántos escándalos hay hoy por las elecciones del domingo pasado. Pregúntense a qué se debe que un señor Musa Besaile, a quien nadie conoce ni ha oído su voz en el Congreso, sea el gran elector del partido de la U, como ocurrió aquí en las épocas de Martínez y Abadía, cuando el PIN se despachó tres Senadores y tres Representantes a la Cámara.
Así se darán cuenta porqué en todas partes se habla de un fraude monstruoso. Pero quienes detentan el poder no parecen entender que con esa forma de manipular las elecciones está acabando con la credibilidad de la democracia.
Más allá de los resultados, lo que está quedando en claro es que la insistencia en mantener un sistema electoral caduco, expuesto a la trampa, manejado con criterios partidistas e infiltrado por el afán de riqueza, está pasando factura. Así no lo quieran ver quienes por la ambición de poder se sumergen en el mundo cada vez más sórdido de las elecciones, la alta abstención y el alud de votos nulos o no marcados indican que los colombianos están hastiados.
Es que hay un ambiente de corrupción que destruye la confianza en las elecciones. Y que evita avanzar en la purificación del sistema electoral, manteniendo la tronera por donde ingresan al Congreso, a las alcaldías, gobernaciones y a los cuerpos colegiados toda suerte de tramposos, delincuentes y especialistas en el fraude. Es lo que la gente está rechazando mediante la abstención y la indiferencia hacia la política, así esa respuesta se quiera interpretar como la aprobación a las trampas
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