domingo, 6 de abril de 2014

LOS 5 COLUMNISTAS DE SEMANA...

ELCIBERECO . Buenaventura Col.
05 abril 2014
El hombre malboro cabalga de nuevo

Por Daniel Coronell

OPINIÓN . En el fondo suenan 200 millones de dólares que las multinacionales licoreras quieren entregar para echarle tierra al asunto con la creación de un pomposo ‘fondo anticontrabando’.

El hombre malboro cabalga de nuevo.

El exsenador Samuel Santander Lopesierra paga una condena de 25 años de cárcel en Estados Unidos. Fue sentenciado por narcotráfico pero además era el rey del contrabando. En su momento de esplendor el hombre Marlboro movía todos los cigarrillos y el licor de contrabando en el Caribe. Un trabajo del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación demostró que la multinacional Phillip Morris se lucraba con las actividades del narcotráfico y que Lopesierra figuraba en sus registros contables como un importante cliente “libre de impuestos”.

La tolerancia y el auspicio de las multinacionales tabacaleras al contrabando quedaron claros en su momento pero aún no ha sucedido lo correspondiente con el contrabando de licor.

Hay claros indicios de la existencia de pactos de las dos compañías distribuidoras de licores más grandes del mundo con los contrabandistas. El propósito de estos acuerdos ilegales ha sido vender una cantidad de licor por encima de la mesa, es decir pagando impuestos, y otra enorme parte por debajo para burlar los tributos y robar a Colombia, particularmente a los departamentos del país que reciben los tributos por consumo de alcohol para mantener la salud y la educación.

Los departamentos de Colombia han sostenido que las multinacionales Diageo (distribuidor entre otros de whisky Johnnie Walker y Buchanan’s, vodka Smirnoff, ginebra Tanqueray y ron Zacapa) y Pernod Ricard (whisky Chivas Reagal, ginebra Beefeater y vodka Absolut) conspiraron con contrabandistas para lavar dinero y timar las rentas colombianas.

Ante la justicia de Estados Unidos, los departamentos colombianos sostuvieron que “para organizar los métodos de lavado de dinero los empleados, ejecutivos y directivos de los acusados (Diageo y Pernod Ricard), viajaban con frecuencia para supervisar los métodos, pero también para entretenerse con sus compradores criminales”. (Ver)

En el texto de la demanda colombiana contra las multinacionales licoreras se afirma que “Samuel Santander Lopesierra y su grupo de compañías fueron compradores mayores de cada uno de los acusados hasta después del momento en que él fue arrestado por tráfico de narcóticos y lavado de dólares en octubre de 2002”. (Ver)

También dice que la relación de las compañías distribuidoras de licores con las mafias del contrabando continuó incluso después de la caída del hombre Marlboro: “En agosto de 2004, los acusados (Diageo y Pernod Ricard) han vendido sus licores a organizaciones criminales en Maicao, Colombia, con el pleno conocimiento de que les pagan con propiedades criminales y que están cometiendo lavado de dólares”. (Ver)

Las graves acusaciones fueron presentadas ante la justicia norteamericana por abogados que representan a varios departamentos y al Distrito de Bogotá. Hace un tiempo el proceso paró porque las partes tanto multinacionales como entidades territoriales colombianas decidieron desistir sin que eso significara la renuncia de los departamentos colombianos a la posibilidad de entablar nuevos procesos. Pasó algo similar a lo que había sucedido con la demanda de los departamentos contra Phillip Morris.

El proceso se encaminó entonces a una conciliación –que estaría bien si se limitara a la parte monetaria del asunto–, pero el acuerdo pretende ir más allá. Quiere lavar en agua lustral los delitos cometidos por agentes de las multinacionales, incluso busca una especie de amnistía por los impuestos que dejaron de pagarles a las entidades territoriales colombianas por cuenta de este delito.

Varios gobernadores –de la mano de la Federación de Departamentos– están contemplando la firma de un convenio que sería ilegal porque las entidades territoriales no pueden cambiar el régimen fiscal colombiano concertándolo con un interesado, ni comprometer a la Dian en su acuerdo, ni pactar una amnistía sobre presuntos delitos cometidos por los implicados.

En el fondo suenan 200 millones de dólares que las multinacionales licoreras quieren entregar para echarle tierra al asunto con la creación de un pomposamente llamado ‘fondo anticontrabando’. Unos recursos que beneficiarán mucho a la Federación de Departamentos (entidad particular que se quedaría con el 10 por ciento de la plata) pero que poco les serviría a las postradas educación y salud de los colombianos.Si el convenio se firma, varios gobernadores terminarán en la cárcel.
 

El error de Santos

Por María Jimena Duzán

OPINIÓN . El presidente, en su afán por recapturar a la derecha, prefirió avalar a un procurador arbitrario y desprestigiado en lugar de enfrentarlo.

El error de Santos.

El presidente Santos cree que la manera de frenar su caída en las encuestas es reconectándose con el uribismo, pero no se ha dado cuenta de que este país ya se destetó de ese embrujo. 

Y prueba de que el país va por otro camino es que la candidatura del uribismo no nos sedujo. Óscar Iván Zuluaga no ha podido convertirse en el gallo que le dé la  pelea a Santos y hoy ese gallo es Enrique  Peñalosa, un candidato independiente, sin ñoños, que ha empezado a subir en las encuestas en la medida en que se ha desmarcado del uribismo. 

Más aún: ni siquiera el discurso uribista, tan eficaz en el pasado, nos pudo embrujar. Pese a que Óscar Iván Zuluaga reencauchó al pie de la letra la doctrina del miedo, la misma que le permitió a Uribe asentar su caudillismo y su política de la seguridad democrática, concebida como el salvavidas que nos separaba del abismo y de la hecatombe, los colombianos no le comimos el cuento. 

La estrategia que echó a rodar la campaña de Óscar Iván Zuluaga dirigida a infundir el miedo entre los colombianos para hacernos creer que Santos con su proceso de paz le estaba entregando al país a las Farc, al castrochavismo, al comunismo internacional y de que en nombre de todos los anteriores les iba a quitar todas las tierras a los ricos para dárselas a los campesinos pobres, tampoco le funcionó. Es probable que esa campaña le haya hecho mella a Santos en los estratos altos –donde hay miedo al cambio por pequeño que sea–, pero curiosamente eso no produjo una subida de Óscar Iván en las encuestas. (El gran beneficiado fue Enrique  Peñalosa, que inteligentemente aprovechó el viraje hacia la derecha de Santos para posicionarse en el centro).  

En el país real, que está pidiendo cambios y reformas sociales, que no quiere más guerra, y que está preocupado por la educación, no hay nadie con dos dedos de frente que piense que este país corre el riesgo de ser tomado por el comunismo internacional. Y está claro también, que Santos es un hombre de derecha, –así él se defina de  extremo centro– al que se le puede tildar de clientelista, de querer quedar bien con todo el mundo,  de ser arrogante y pragmático, de tener entre sus huestes a sus ñoños y sus musas, pero nunca, nunca  de ser un revolucionario marxista. 

Otra muestra de que el uribismo ha perdido sintonía con el país es el fracaso estruendoso que ha tenido en su intento por ‘rescatar’ al Partido Conservador de la corrupción y el clientelismo, impulsando tras bambalinas la fracasada candidatura de Marta Lucía Ramírez. En el país real donde la memoria y la capacidad de pensamiento no la manipulan ya la máquina de la propaganda uribista, ese tipo de discursos afortunadamente ya no pegan. Desde que recobramos la lucidez sabemos de sobra que si hay algún grupo político sin la autoridad moral para hablar de lucha contra la corrupción ese es el uribismo. La mermelada que ahora les parece tan cuestionable, la repartieron ellos a diestra y siniestra pero con propósitos aún más bajos: la utilizaron para reformar la Constitución en beneficio de su caudillo, con el propósito de instalarlo para siempre en el poder; se aliaron con los paras para pactar una desmovilización sin reparar a las víctimas y lo peor, llevaron al poder a una generación de políticos que surgió de la recomposición de las elites que impulsaron el narcotráfico de Pablo Escobar, los Castaño, los Pepes, etcétera. Con el uribismo, la política adoptó la ética y la estética de la mafia.  

Pero, sin duda, la prueba reina de que la ultraderecha no está marcando nuestro destino como país, es el desprestigio del procurador Alejandro Ordóñez en las encuestas. El presidente, en su afán por recapturar a la derecha, prefirió avalar a un procurador arbitrario y desprestigiado en lugar de enfrentarlo. Y cuando no acató las medidas cautelares de la CIDH, argumentando la tesis bastante discutible de que no eran obligatorias, el presidente creyó que iba a suscitar el apoyo de la  extrema derecha que considera la Comisión Interamericana un enclave del comunismo internacional. Pero se equivocó, porque el voto de la derecha no le llegó y en cambio perdió la sintonía con el país real. 

Si no hubiera invertido tanta energía en reconquistar al uribismo, habría dejado la arrogancia con que decidió imponer su presencia en Bogotá, luego de la salida de Petro de la Alcaldía y a lo mejor habría optado por la benevolencia ante el defenestrado en lugar de meterle más leña al fuego.  

Si el presidente quiere reelegirse, debería hacer una campaña dirigida a hablarle al país real en lugar de suspirar por el uribismo. Pero si insiste en seguir buscando lo que ya se le perdió, el próximo presidente va a ser Enrique Peñalosa.  
 
 

La decadencia del procurador Ordóñez

Por León Valencia

OPINIÓN . Ordóñez escoge blancos legítimos para lavar su conciencia y ganar adeptos, pero al lado va señalando a servidores públicos de convicciones contrarias a su credo para golpearlos sin misericordia.

La decadencia del procurador Ordóñez.

La imagen del procurador Alejandro Ordóñez se ha derrumbado. La última encuesta, la de Cifras y Conceptos, le da 16 puntos de favorabilidad y 40 de rechazo. También es visible el deterioro paulatino de la aceptación de su gestión en todas las mediciones de opinión desde finales del año pasado.

No es el único signo de la decadencia de Ordóñez. Tribunales nacionales e internacionales han comenzado a cuestionar sus decisiones más emblemáticas. El Consejo de Estado tumbó el fallo contra Alonso Salazar y la CIDH decretó medidas cautelares –aunque estas no fueron aceptadas por Santos– para proteger a Gustavo Petro a pesar de que el procurador acudió a Washington a darle a este organismo todas las explicaciones del caso.

El hombre que al finalizar el primer periodo de su gestión recibió ofertas para candidato presidencial de las fuerzas de la derecha colombiana; que barrió en el Senado a la hora de su reelección al obtener 80 votos de 93 posibles; el hombre al que el presidente Juan Manuel Santos no fue capaz de ponerle un obstáculo serio para conquistar su segundo periodo a pesar de que sabía que sería una piedra en el zapato en el importante tema de la paz; este hombre imponente y soberbio que sacudió a la Procuraduría con su energía y desafió a la opinión pública haciendo del matrimonio de su hija una ceremonia fastuosa y repelente, está ahora en la picota.

Algo muy malo, algo muy arbitrario, tiene que haber hecho Ordóñez. Porque el puesto es perfecto para lucirse, está diseñado para mantener una imagen muy alta en la opinión pública. Además este señor tiene la personalidad exacta para suscitar la adhesión de importantes franjas de la ciudadanía en nuestro país.

El procurador tiene el reto de representar al ciudadano ante el Estado en un país de aberrantes exclusiones y de fieros atropellos; el papel de perseguir la corrupción en un momento en el que la indecencia aturde y la sociedad ve con impotencia las defraudaciones más escandalosas del erario; la función de proteger los derechos humanos en un país plagado de abusos; son misiones dulces para la opinión pública, cada fallo tendría que despertar aplausos y felicitaciones en la mayoría de la población. Para completar, Ordóñez es un hombre que exhibe su religiosidad y su conservadurismo con una alucinante desmesura en un país que es ostentosamente católico y profundamente conservador donde campean la doble moral y la trampa encubiertas en declaraciones de fe. Su imagen tendría que estar arriba, sus fallos tendrían que soportar todas las impugnaciones y revisiones, pero no es así.

Y no lo es, porque al lado de muchos fallos justos y equilibrados, al lado de decisiones dignas, ha producido sanciones fuera de toda proporción y teñidas de un sesgo político y religioso inocultable; no es así, porque los colombianos tendemos a una solidaridad declarativa inmediata con las víctimas de injusticias para esconder nuestra incapacidad de una solidaridad material y duradera con las personas que sufren atropellos. No es así porque el tipo decidió emprenderla contra las negociaciones de paz, contra el matrimonio gay y contra el aborto en casos especiales. Es el hombre, ese hombre, Ordóñez, el que está cayendo del pedestal por su propio peso.

No es culpa de la institución, así la misma tenga fallas de diseño. No es que Ordóñez estuviese forzado por la ley a destituir y a inhabilitar por 12 o 15 años a Alonso Salazar, a Gustavo Petro y otros servidores públicos que cayeron en su red, como dicen algunos formadores de opinión demasiado complacientes con Ordóñez. Nada de eso.

El señor Ordóñez va escogiendo con una astucia impresionante blancos legítimos de su acción para lavar su conciencia y ganar adeptos, pero al lado de estos va señalando con precisión a servidores públicos que enarbolan ideas y convicciones contrarias a su credo para golpearlos sin misericordia. Le salió muy bien la cosa en el primer periodo. Cerca de 800 alcaldes y diez gobernadores recibieron alguna amonestación o sanción en sus primeros cuatro años de gestión, pero se cuidó bastante de inculpar a los congresistas que deberían reelegirlo, allí, en el Congreso, solo produjo unas 20 sanciones. Con excepción de algunos afectados, todo el mundo aplaudió. Pero su sagacidad le falló en este periodo, porque escogió gente que había tenido una vida pública ligada a la lucha contra la corrupción y porque, convencido de su omnipotencia, produjo sanciones tan sesgadas como desproporcionadas. Llenó la taza. 

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jotaresi

Bueno, ¿doña Yoly-Mg en cuál país mamerto vive? ¿Que el Procurador está pidiendo eso? Hágame caso, misiá Yoly, no se reúna tanto con esos mamerticos y mamerticas amigos suyos. Ni lea la prensa mamerta bogotana. El Procurador no es la ley sino que la impone como es su deber.
Publicado: 06/04/2014 06:49:32 p.m.
 

juventudinfluencia

La izquierda se retuerce por qué tocaron a un intocable como lo es Petro, pero bueno tarde o temprano se sabrá la verdad sobre su administración inepta y con muy dudoso accionar, ver link: juventudinfluenciaciudadana.blogspot.com/2014/03/las-veintitres-verdades-de-petro.html
Publicado: 06/04/2014 06:41:16 p.m.


 

yoly-mg@hotmail.com

Que Procurador....................pidiendo libertad para los de Interbolsa y Carlos Cárdenas, no le da ni vergüenza ir a un juicio donde toda Colombia se da cuenta de su solicitud para que los dejen libres y seguramente así sera, que tristeza este procurador.
 

La majestad de la justicia

Por Antonio Caballero

OPINIÓN . La anunciada reforma a la justicia acabó siendo un festín de jueces y de políticos corruptos. saltan de rama en rama, como tarzán de los monos: del Consejo de Estado a la Procuraduría, de la Fiscalía a la Corte Suprema.

La majestad de la justicia.

El problema fundamental es que aquí no hay justicia. Hay demasiados abogados, estorbándose los unos a los otros, para que pueda haberla. Interponiéndose, decididos a dilatar indefinidamente los procesos e impidiendo de ese modo que se imparta la “pronta y cumplida justicia” que promete la Constitución. Hay 52 mil abogados (y 30 mil estudiantes de Derecho) para 47 millones de habitantes, cuando el Japón, por ejemplo, para 120 millones solo tiene 15 mil: diez veces menos. Por eso se enreda todo, y todos los culpables quedan impunes. O,  por el contrario, son castigados los inocentes. Un tercio de los detenidos en las cárceles colombianas está a la espera de un juicio.

Eso es así cualquiera que sea el delito o la falta: leve o grave. Y cualquiera que sea su índole: penal, civil, administrativa, disciplinaria. Están a punto de salir en libertad paramilitares responsables de masacres horrendas;  o que tal vez no lo sean: no han sido juzgados al cabo de ocho años de su desmovilización. Los hermanos Moreno Rojas llevan dos años presos, y su proceso va ya por los cien mil folios, y tienen demandada a la Fiscalía por el costo de las fotocopias. El caso del caño de la calle 87 está empantanado desde hace tres años, y los abogados de la parte y de la contraparte han ido presos y han  vuelto a salir libres sin que eso haya acelerado ni un ápice la marcha del asunto: y sigue sin saberse si aquello fue suicidio o asesinato o accidente. Y esto se refiere solo a lo que sale en los periódicos. Porque, como dije más arriba, un tercio de los presos de las superpobladas cárceles del país no ha sido llevado a juicio –por hurto, por parricidio en flagrancia, por lo que sea–. Pero en cambio todo delincuente con dinero puede comprar su excarcelación o lograr que un juez le dé su casa por cárcel, o lo instale en un club de la Policía o en una clínica.
 
Los jueces se venden. Pero también se venden los más encopetados magistrados de las altas cortes. Está todavía fresco –aunque sin juzgar, naturalmente– el caso del magistrado Henry Villarraga, del Consejo Superior de la Judicatura. Los cargos allá arriba se venden, se compran, se permutan. La muchas veces anunciada reforma de la justicia acabó siendo un festín de jueces y de políticos corruptos. Saltan de rama en rama, como Tarzán de los Monos: del Consejo de Estado a la Procuraduría, de la Fiscalía a la Corte Suprema. Y la Procuraduría inhabilita a un alcalde y el Consejo de Estado lo rehabilita revocando el fallo, con lo cual la Procuraduría radica una demanda de nulidad ante el Consejo de Estado, mientras el inhabilitado, o rehabilitado, o ya no se sabe qué, eleva un recurso de súplica o interpone una acción de tutela ante la Corte Suprema cuya sentencia en firme es a continuación tumbada por la Corte Constitucional, hasta que el paquete entero llega al Tribunal Internacional de La Haya. Y leo que “los ponentes presentan una solicitud de reconsideración que es rechazada por radicación extemporánea, lo cual es insubsanable”. Y se archiva el asunto. 

Buena parte de las noticias de la prensa y la radio y la televisión está conformada por asuntos judiciales. Y todos los periódicos tienen entre sus columnistas cuatro o cinco que solo tratan temas jurídicos, sean constitucionales o penales o contenciosos administrativos. Y los demás también metemos la cucharada en ellos cada dos por tres, como estoy haciendo yo en este momento. Porque creemos que hemos aprendido mucho, de tanto leer al respecto: y hablamos con soltura, aunque no sé si con propiedad, de inexequibilidad  y de presunción de inocencia, de bloque de constitucionalidad y de debido proceso y de tránsito a cosa juzgada. 

Pero la suma de todo eso no hace de Colombia un país en el que impere la justicia. Y no hablo de justicia en el sentido amplio y hondo que tiene la palabra, sino en el más práctico e inmediato de la administración de justicia. Aquí de eso no hay. Pero eso sí, ¡cuántos jueces! Debiera darles vergüenza.
 
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amisadai

DESDE QUE ME CONOZCO TODA LA VIDA LOS MAGISTRADOS DE ALTAS CORTES HAN INTERCAMBIADO FAVORES CON PUESTOS.POR ESO, SI EL GOBIERNO REALMENTE ESTA INTERESADO EN HACER UNA REFORMA A LA JUSTICIA, NO DEBE PERMITIR LA PARTICIPACION EN ELLA DE LOS ALTOS TOGADOS PORQUE VAN A PATALIAR PARA NO DEJARSE QUITAR TODOS ESOS PRIVILEGIOS.
Publicado: 06/04/2014 07:24:41 p.m.

JUANANGELCARPENTIEROSPINO

En un país donde la formación , la honradez y la  formación profesional y ética no son requisitos tenidos en cuenta para aspirar a un cargo publico, si no la palanca, el arribismo y la oportunidad de lucro personal no puede aspirar a tener una sociedad digna y justa.
Publicado: 06/04/2014 05:34:21 p.m. 
 

JUANANGELCARPENTIEROSPINO

En un pais donde el congresista, el maestro,el periodista el empresario, el juez ect, ect no representan la magnanimidad que revisten sus cargos, ya que llegaron a ellos sin tener la formación y la moralidad necesaria,si no, por el contrario atravez de influencia y marrullas políticas o elitistas, no se puede aspirar a tener una pronta y limpia justicia.
 

Santos es amor

Por Daniel Samper Ospina

OPINIÓN . Invadido de nostalgia, me fui a un evento de Óscar Iván Zuluaga porque necesitaba estar solo.

Santos es amor.

Me duele cada vez que el presidente San-tos se cae bien sea de una encuesta, bien sea de una bicicleta, de modo que las últimas semanas no han sido nada fáciles para mí. Y ahora que los sondeos lo castigan por culpa del ya mundialmente famoso “pecueco cálculo político” con que sacó a Petro, me invade una rabia silenciosa. Y me invade porque si alguien ha hecho méritos para convertirse en el heredero natural de la política del amor, ese es Santos.

Yo sé que su campaña no ha sido una exhibición de brillantez; que la táctica de ponerse una chompa verde para contrarrestar a Peñalosa no fue una jugada genial; que, a la fecha, el máximo acierto de su aspiración presidencial consistió en manejar con grandeza un problema urinario.

Pero, más allá de cualquier consideración, el presidente ha demostrado ser un hombre arrojado, capaz de subirse a tarimas atiborradas de congresistas de La U –un Musa Besaile, un Ñoño Elías- con quienes se toma de las manos, levanta los brazos y saluda temerariamente mientras se expone al cosquilleo y otras modalidades de robo comunes en ese tipo de situaciones. Tampoco ha escatimado esfuerzos para mandar de gira a su hijo Martín con el generoso objetivo de que el campesinado criollo observe de cerca a un niño play: lo manda con Germán Vargas como acudiente, y los lugareños no caben de la dicha ante el carisma del muchacho:

–¿Qué más, marica? ¿Todo bien, güeón? ¡Qué chimba de pueblo, parece un pesebre!

Pero, de todo ese esfuerzo, solo queda como saldo el descalabro presidencial en las encuestas, en las cuales los ciudadanos lo castigan por haberse apropiado de Bogotá.

Reconozco que fui el primero en proponer una recolección de firmas para revocar a Rafael Pardo. Creía que la ciudad merecía tener un alcalde a quien al menos la gente no confunda con Rodrigo Pardo; uno que no arengue frases incendiarias desde un balcón, de acuerdo, pero que por lo menos musite alguna palabra. Pero este hombre a duras penas saluda.

Sin embargo, con el tiempo comprendí que, así lo acusen de elitista, el santismo también tiene buenas ideas para la ciudad; que lo de instalar un metrocable para Santa Ana y asignar el manejo de los comedores comunitarios a Leo Katz es innovador. Y que, por encima de eso, Petro y Santos no son tan diferentes, porque al presidente también es un gran promotor del amor.

Y lo digo con conocimiento de causa, porque en mí caló a fondo la política del amor de la Bogotá Humana. Gracias a ella superé el difícil momento de la partida de Petro, por ejemplo. Ahora comprendo que uno debe dejar ir lo que ama, y eso lo incluye a él, a Gustavo. Tan pronto como conocí la noticia de su destitución, tomé su retrato y suspiré por él: adiós, Gustavo, te dejo ir, susurré. Me llevaré por dentro lo que eres. Y mientras caía la bruma sobre los tejados capitalinos, corrían en mi memoria imágenes de lo que fue mi historia con él: él con su boina; él alzando a Bacatá; él trepado en un balcón. Invadido de nostalgia, me fui a un evento de Óscar Iván Zuluaga porque necesitaba estar solo. Y allí, en plena soledad, comprendí que el verdadero amor no es posesivo; que el verdadero amor es libre. Y así se lo puedo decir a todos los Progresistas: si amas a Petro, déjalo ir. Si vuelve a ti -a través de nuevas demandas, por ejemplo- es tuyo. Si no, nunca lo fue. Pero mientras resuelve su destino, reconozcamos en Santos al verdadero heredero de la política del amor. No en vano, tanto él como Petro nos enseñaron que, para poder amar a los demás, es fundamental primero amarse a sí mismo. Si yo no me quiero, si yo no me valoro, si yo no me consiento, ¿cómo puedo amar a los otros?

No son momentos propicios para amar, como lo puede atestiguar el contratista Emilio Tapia, quien tuvo que cancelar su boda porque lo metieron a la cárcel. Había más de 300 invitados. Asistiría lo más granado del empresariado corrupto. Pensaban organizar un shower de anticipos. Más que partir la torta, los novios iban a repartirla. Pero, súbitamente, Tapia terminó preso, y esa fue su manera de conseguir esposas.

Y mientras el amor peligra, aparece una persona como Santos, jugado del todo para salvarlo. Ha nombrado parejas en el exterior como nadie. No digo que a Haiffa Mezher, una de las exesposas de Armandito Benedetti, quien ostentó cargo diplomático en China pero por motivos meramente meritocráticos: pocas personas saben tanto de Confucio y de la Era Imperial como Haiffa, cuyos conocimientos de mandarín le permitían, incluso, pedir domicilios al restaurante Alice’s de Chapinero sin ayuda. No digo que a ella, pero sí a una Catalina Crane y a su marido, Federico Rengifo, a quienes nombró en París; o a la primera esposa del propio Rengifo, que está nombrada en España. O a su propia exesposa –la propia exesposa de Santos– a quien tenía en Roma y pasó a la capital francesa. O a su excuñado, a quien sostuvo como embajador del Reino Unido. Y todo porque su naturaleza es esa: la de ser el Timoteo del servicio exterior.

Por eso lo apoyo. E invito a que hagan lo mismo. Apoyemos a Santos. Amémoslo serenamente. Y dejemos que se vaya de la Presidencia así nos duela, porque amar no es retener.    

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jotaresi

¡Es un genio, ni modo de discutirlo! Y acá, esperando su mejor obra humorística, cuando un elefante se le coló a su benemérito tío, Ernestico, allá en el palacio presidencial. ¡Cómo se hace rogar este maestro de Chaplin y de Jaime Garzón! De pronto su gateador morbo en Soho no se lo ha permitido.
Respuestas: 0Publicado: 06/04/2014 07:22:23 p.m.
 

sinremilgos

Claro que se va ir y Peñalosa presidente!
Publicado: 06/04/2014 06:01:15 p.m.