¿Vacunar o no vacunar contra el papiloma?
ELCIBERECOVIRTUAL Buenaventura Col.
El espectador . Bog.
8/09/2014
Al año mueren 3.300 mujeres en el país
¿Vacunar o no vacunar contra el papiloma?
Decenas de padres de familia seguirán recibiendo citaciones para vacunar a sus hijas contra el virus del papiloma humano.
Por: Sergio Silva Numa
En Colombia se registran alrededor de 6.800 nuevos casos de cáncer de cuello uterino cada año.
Resulta apenas normal que hoy muchos padres tengan dudas sobre la seguridad de la vacuna del
virus del papiloma humano (VPH). El bombardeo de información —y
desinformación— en torno al tema desde que salieron a la luz los casos
de El Carmen de Bolívar ha desencadenado una creciente ola de rumores y
aún no ha sido fácil aclarar las incertidumbres, pese a que el
Ministerio de Salud, en compañía de asociaciones científicas y
representantes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se ha
esmerado por hacerle frente a esa suspicacia.
Por eso, cuando
algún papá recibe el formulario de las secretarías invitando a vacunar a
su hija, es normal que se cuestione, así como se cuestionó el editor de
domingo de este diario, Nelson Fredy Padilla, cuando por estos días
recibió una invitación de la Secretaría de Salud
para que llevara a vacunar de forma gratuita a su hija de nueve años.
El propósito no era otro que prevenir el VPH, causante del cáncer de
cuello uterino.
Buena parte de sus dudas se debía a un texto
enviado por un médico cercano a su familia. En él se cita un estudio
realizado por un neurólogo y una bioquímica de la Universidad de British
Columbia, titulado Las muertes posteriores a la vacuna cuadrivalente
contra el virus del papiloma humano, ¿casualidad o coincidencia? y donde se advierte, entre otras cosas, que la vacuna había provocado vasculitis
cerebral en dos pacientes y esa inflamación de los vasos sanguíneos,
acompañada de fiebre, pérdida de peso, dolor de cabeza o de
extremidades, les había causado la muerte.
¿De quién o qué era la culpa?, se preguntaban los autores. Su conclusión, en medio de términos médicos
y de varias citas científicas, parecía convincente: de la vacuna contra
el VPH, aplicada seis meses y dos semanas antes del fallecimiento.
Porque así lo había comprobado el protocolo inmunohistoquímico que
llevaron a cabo y porque además el aluminio presente en ella era
altamente tóxico.
Al leer algo así, desde luego, el terreno del
miedo empieza a expandirse. Y lo hace aún más cuando en las últimas
semanas se han producido oportunistas campañas, como la de los
concejales bogotanos Marco Fidel Suárez y Roger Carrillo, para suspender
la vacunación.
Pero para esclarecer los mitos generados por el
artículo que llegó a las manos de nuestro editor, contactamos a la
científica colombiana× Muñoz, nominada al Nobel de× Medicina en 2008 por sus investigaciones sobre el virus del papiloma.
Muñoz, a través de un correo, nos remitió a un documento de la Red de Evaluación de Seguridad Clínica de Vacunación de Estados Unidos (CISA), en el que se analiza en detalle la investigación
del neurólogo y la bioquímica de la Universidad de British Columbia.
Las conclusiones de esta red, financiada por el Centro de Control y
Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, resultan ser muy
dicientes: el grupo tiene precauciones científicas con el artículo por
la falta de validez para el diagnóstico de la vasculitis cerebral, por
los cuestionables métodos inmunohistoquímicos (útiles para saber si hay
marcadores virales en los tejidos) y porque hay una interpretación
errónea de los resultados y desinformación sobre las posibles causas de
las muertes.
En la revisión que hace el CISA se puede leer, por ejemplo, que “no hay pruebas suficientes
en esta publicación para apoyar el diagnóstico de vasculitis. El único
hallazgo encontrado es la presencia de hemorragia, comúnmente visto en
muestras de autopsia”.
Pero, de acuerdo con Muñoz, uno de los
puntos más importantes que destaca el CISA es la errada interpretación
de los resultados inmunohistoquímicos: “Aseguran haber visto partículas
HPV, propias de la vacuna del papiloma, dentro de las paredes de los
vasos sanguíneos. Sin embargo, esto no es posible por una razón: porque
esas partículas son tan pequeñas, tan minúsculas, que se necesita un microscopio electrónico para detectarlas. Y los autores usaron un microscopio normal. Eso es imposible”, explica.
Otro
de los cuestionamientos que hace el texto que leyó nuestro editor, y
que ha sido uno de los principales argumentos de quienes impulsan la
polémica, alude a la peligrosidad del aluminio presente en la vacuna.
Al
respecto, Muñoz señala: “Varias vacunas, como la de la hepatitis B,
contienen aluminio en cantidades pequeñísimas, cuyo fin es aumentar la
respuesta inmunológica. Estamos hablando de microgramos. Es una cantidad
mucho menor de la que se puede ingerir en una dieta o de la que hay en
ciertos medicamentos.
De hecho, en marzo la OMS, luego de revisar toda
la literatura científica, concluyó que no hay evidencia para afirmar que
la vacuna de VPH aumenta el riesgo de autismo o de enfermedades
autoinmunes. Y de este caso que usted menciona también se puede concluir
una cosa: hay médicos que también están muy mal informados”.
La
posición de Muñoz concuerda con la de las autoridades colombianas: la
vacuna del VPH es eficaz y segura. Se ha aplicado a más 170 millones de
personas para prevenir el cáncer de cuello
uterino, enfermedad por la que mueren al año 3.300 mujeres en nuestro
país. Al parecer, los movimientos antivacunas —y algunos políticos
oportunistas— omiten estas cifras para sembrar la desconfianza hacia uno
de los más poderosos inventos de la medicina.
ssilva@elespectador.com
@SergioSilva03
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