HABER SIDO HUÉSPED DE LA ANAYANCY, UN HONOR. . Por: arq. René Orozcvo Echverry
HABER SIDO
HUÉSPED DE LA ANAYANCY, UN HONOR.
Por
la mezquindad de los funcionarios que otrora manejaron la rama jurisdiccional, repito
dije “manejaban”, deliberadamente no dije que “administraban” Justicia en
Quibdó, por ser el, termino apropiado para calificar el alto nivel que alcanzó la corrupción, los atropellos y las
arbitrariedades que cometieron “magistrados” y “jueces”, barbaridades a nombre
de la justicia, me mandaron a la cárcel.
Mi tío Ricardo Echeverry Ferrer siendo magistrado, del
tribunal superior del Chocó, quien me visitaba regularmente en la cárcel decía:
“Que
horror que la justica caiga en manos de ignorantes, venidos a más”.
Un “magistrado”, , concentrado en su particular credo,
y perteneciente y fanático a un “Cordobismo” atávico, “istmineño” como yo, dio órdenes expresas a un juez súbdito suyo,
mentecato y obediente, quien no tuvo escrúpulo alguno, ordenó mi detención y
fui a templar a la “guandoca” -ANAYANCY-
de la Alameda Reyes, donde fui huésped de honor por un mes, y abandoné mi
inhóspita y precaria morada gracias a que dos
de los tres Magistrados de la Sala Penal del Tribunal, me salvaron con su voto; el otro -troglodita- afro
chocoano, en sus ponencia acusatoria me tildaba
reiterativamente, como “enemigo de alta
peligrosidad”. ¿ Alta peligrosidad ?..
Sala Penal
consideraron infundada e injusta mi detención y fui liberado del corto y temporal
carcelazo.
Lo que los burócratas áulicos y serviles pretendían
cobrarme era un pasado que no me pertenece ni en el que participe, que por su
puesto conozco por el recuento histórico que escuché de mi abuela, Valentina
Ferrer de Echeverry y de toda mi familia Ferrer de Quibdó desde niño, que lo
único que quería el Cordobismo, era apoderarse del poder público para lo cual
recurrió a usar el apellido, -Ferrer- una de las familiar más influyentes y
prestigiosas de Quibdó, a quien consideraban símbolo y emblema de exclusión.
Familia, quien aportó con su esfuerzo al desarrollo
empresarial del Chocó, personas dignas e hidalgas empeñadas en el progreso local,
fueron tildadas de “esclavista”, cuando nunca lo fueron y no llegue a conocer “esclavos”
en Quibdó.
En honor a la verdad y sin la menor duda lo que conocí,
siendo muy niño, fue la enemistad social y política, entre Diego Luis Córdoba y
Dionisio Echeverry Ferrer mi tío, y fue claro
compréndelo, puesto que lo que el “Cordobismo”
sectario generaba y anhelaba era que el poder “blanco” pasara a los “negros”,
cuya impulsor de esta causa era “Diego”, que sin ser guerrillero, pero si
podría decirse que este fue el primero que instó por sacudirse de quienes a su
juicio los oprimían y explotaban, una sublevación local fanatizada, beligerante,
irreverentes que utilizaba lo blasfemo, la calumnia y la difamación como armas.
No era una lucha entre etnias como lo comprueba el
hecho que Córdoba termina casándose con Genoveva Zuleta, una paisa “blanca”, sin que pesara y
primara el color de la dermis.
Después el “Cordobismo” de Diego, termino convertido
en una guerra entre etnias y de “Color” de la piel la que aún persiste sin que se hubieran
inmiscuidos en el “conflicto” indígenas mestizos
y mulatos que quedaron entre los dos flancos; diferencias que seguramente
seguirá siglos y siglos.
Si esto hubiera pasado hoy, me refiero a las
agresiones y a los suplicios que fui objeto, y que igualmente corrieron otros “blanquitos” de la Carrera Primera de Quibdó, fuimos “víctimas selectivas” y los “secuaces a
sueldo” o movido por interés oscuros: Félix Mosquera y Antonio Maya
Copete, -jueces- el mandamás Neftalí Mosquera, -magistrado- fueron ellos “nuestros Victimarios”.
“Mayita” quien remplazó al juez de la causa pudo haberme
librado, de esta inaudita, como injusta persecución, no lo hizo; por el
contrario se declaró impedido aduciendo ser “mi amigo”, y compañero de la Cámara Junior Capitulo de Quibdó, a la
cual él y yo pertenecíamos cuando nunca lo fue mi amigo, igualmente en razón que
su padre "Maya G" periodista, había recibido el aprecio y favor de la
amistad, quien además era el escribiente
de mi cuñado el abogado Gabriel Meluk Aluma.
La verdad verdadera; es que esa cuenta yo no la cobró,
deje que lo que me adeudaban los gestores de mi carcelazo, la cobrara “El de
arriba”, ó “El de abajo”.
Pienso a estas alturas la deuda justamente y religiosamente fue bien cobrada, lo que no he
podido saber es: Quién de los “dos”, la
cobró…
rene.orozco.echeverry@hotmail.com
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